jueves, marzo 28, 2024

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LOS PRIMEROS GOLES

La letra con sangre entra. Hace más de cinco años los medellinenses nos tuvimos que acostumbrar al discurso caudillista del fajardismo en contra de los politiqueros, el pago de clientelas, contratos, cuotas burocráticas, y en contra de la corrupción especialmente cuando existen de por medio los dineros públicos, esos que usted paga cada tres meses. Desde la teoría muy bien.

Lo particular de estas nuevas tendencias políticas, que de independientes más bien poco, es que por más esfuerzos que realizan con el paso del tiempo sus integrantes se van pareciendo a los personajes de la ortodoxia política del país. Tenemos un aparato gubernamental diseñado para el clientelismo y la burocracia. Político o candidato que se salga de ese esquema nunca llega al poder. Aunque se haga de la manera más disimulada o a puerta cerrada, los candidatos que no prometen puestos y que no adelantan alianzas burocráticas con las grandes casas políticas y con los grandes gamonales políticos no pisan nunca las baldosas de los despachos de los palacios municipales, departamentales o nacionales.

El exmandatario Sergio Fajardo fue más avión y disimulado, pero al actual alcalde Alonso Salazar se le fueron las luces con los negocios que hizo en campaña con el Partido de la U y Alas Equipo Colombia. Ya le metieron los primeros golazos, y aunque está tranquilo tendrá su desgaste político debido a que algunos integrantes de la coalición mayoritaria del Concejo andan un poco incómodos.

Aunque algunos integrantes de la U han perdido la memoria, es evidente el contubernio que hicieron estas dos casas políticas, para lograr el nombramiento del nuevo director del Área Metropolitana, el arquitecto Elkin Octavio Díaz Pérez y el nuevo gerente de Metroseguridad, Gabriel Jaime Urrego Bernal, uno de los más acérrimos contradictores de la era de Fajarkamón, quien a última hora se volvió alonsista. Cayó parado después de la quemada.

Con el nombramiento de Elkin existen varias certezas. La primera, la alianza entre la U y Alas Equipo Colombia para obtener el control del Área Metropolitana en vísperas de elecciones parlamentarias. La segunda, Elkin Octavio es seguidor, pupilo y muy, pero muy, muy amigo de Pacho Zapata, quien salió cuestionado de Corantioquia, ambos integrantes de primera línea de Alas Equipo Colombia. La tercera, un cabildante de la coalición aseguró y escribió con sangre que el nuevo Director del Área es cuota del Partido de la U. Claro que existe el negocio. Además, los que no se pueden contratar acá en la alcaldía me los contratan en la goberna y viceversa. San Mateo 7, 16.

¿DE AQUÍ O DE ALLÁ?


El enredo con el aval que obtuvo Elkin Octavio por parte de la U para la candidatura a la Alcaldía de Jardín es fácil de aclarar. En Jardin había dos posibles candidatos por el movimiento Ramista. Alas Equipo Colombia decidió avalar al otro candidato, Juan Fernando Franco y no a Díaz Pérez. A Díaz Pérez le toco pedir socorro y con la ayuda de más que de Pacho negoció con el Partido de la U para no quedar por fuera del juego proselitista.

¿LAS DUDAS?

Son unas ochos las investigaciones que afrontó el nuevo director del Área. Dos por la fiscalía por sobrecostos en obras y las otras por parte de la Contraloría, todas cuando se desempeñaba como subdirector de Corantioquia. Que esté limpio o no es lo de menos. Lo demás es que está cuestionado y eso ya es sospechoso para cualquier simple ciudadano de a pie que cumpla estrictamente los postulados del fajardismo.

Aunque algunos seguidores del profe Fajardo andan rasgándose las vestiduras, el actual mandatario hizo el nombramiento. Los esfuerzos para demostrar lo que no son; son ahora insuficientes. Con las acciones y el reparto burocrático del nuevo gobierno local se está demostrando la incoherencia entre el decir y el hacer. Bien dicen por ahí: “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.

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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.