Independientemente de que se esté o no de acuerdo con la gestión del actual Alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, sobre todo en lo relacionado con las políticas sociales, que tanto han sido criticadas en el Concejo por Luz María Múnera, nadie podrá negar que el burgomaestre ha adelantado una guerra abierta sin precedentes contra las bandas criminales de la ciudad.
Amenazado como está, Gutiérrez no se ha dejado amedrentar y por el contrario ha continuado su ofensiva para desarticular los combos, propinándoles duros golpes, como lo hizo en la última semana con la operación Artemisa que arrojó como resultado la captura de 100 integrantes de las organizaciones entre ellos seis cabecillas.
El próximo enfrentamiento será al amanecer del viernes 1° de diciembre, cuando las bandas desafíen nuevamente la autoridad, dando la bienvenida al último mes del año con su ya famosa nacionalmente, horrible alborada mafiosa.
Recordemos que llegado este alcalde y en el marco de la misma lucha, la alborada fue prohibida con ahínco y perseguida, sin embargo, los criminales han continuado con su realización demostrando su poderío y consolidación en los sectores populares de la capital de la montaña.
Las autoridades tendrán que demostrar que han logrado controlar la comercialización de la pólvora que se vende como leche en toda la ciudad, que han logrado desarraigar las bandas de algunos sectores de los que se habían adueñado y demostrarle a la comunidad de esos mismos sectores la presencia de la institucionalidad.
El reto es grande, la cantidad de capturados ha sido enorme, la aprehensión de cabecillas es constante, sin embargo pareciera que la criminalidad además de reproducirse por generación espontánea contara con la aquiescencia de la comunidad que ve en ella un medio de acceder con facilidad al modelo de éxito que nos ha vendido la sociedad de consumo, es ahí donde radica el triunfo de una lucha tan compleja: en la descalificación social del criminal.
