viernes, marzo 29, 2024

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EL VIEJO VIRGILIO

-¿Qué más hombre, cómo te va? ¿Cómo estamos para el domingo, resignado?

-Un luchador no se resigna, ¿cómo se le ocurre?, aquí estamos en píe de lucha.

El saludo se daba al tiempo de un fuerte apretón de manos, “con la mano izquierda, porque la derecha ni para eso”. Era la respuesta que el viejo Virgilio daba cuando a quien iba a saludar le estiraba la mano diestra o le increpaba sobre el saludo con la siniestra.

Virgilio es un viejo luchador social, defensor de las causas y movimientos sociales, esperanzado en que las cosas cambien de manera democrática. Muchas veces se ha enfrentado a los “motonetos” cuando intentan romper las movilizaciones de algún grupo (no falta a ninguna que tenga un propósito reivindicativo o social), con su peligroso afán.

Virgilio ha militado en cuanto movimiento o grupo político ha surgido con ideología de izquierda. Él mismo es una protesta contra el “sistema peligroso”, ha intentado sobrevivir a partir del pequeño comercio y de estrategias tan utópicas como él.

Las arrugas de su cara son el mapeo de las calles de la ciudad caminadas por el viejo Virgilio todos los días a todas horas llevando su discurso de protesta y rebelión a personas a las que no les importa lo que pase con nuestro mundo político.

Todos hemos sido víctimas de Virgilio, cuando con su cantaleta nos increpa sobre sus verdades y que en algunos momentos es inoportuna.

El viejo Virgilio sueña con el día en que la izquierda llegue al poder “pero la verdadera izquierda” y haga de Colombia un país justo y equitativo, donde no haya ni ricos, ni pobres, donde la violencia no sea necesaria, porque lo es en cuanto hay injusticia social.

Ha navegado por todos los mares ideológicos que conforman la izquierda, pero en todos ha zozobrado, los egos que habitan este mundillo se encargan de que cualquier intento de lucha naufrague.

A eso se refería la pregunta sobre si se había resignado, pues la última militancia de “el viejo Virgilio”, había sido en el sobreviviente Polo, el Polo de Robledo que sorprendentemente dio su apoyo al pedante Fajardo y que con ello selló la partida de defunción de un movimiento que fue esperanzador para convertirlo en uno más del montón.

Cuando respondía Virgilio, de su morral, un morral que por fe es negro, tan ajado como sus esperanzas, donde guarda “desde abajo”, “periferia” o “voz” que pudieron ser vendidos hace un par de meses, también lleva paqueticos de maní, maní endulzado, mezcla de maní y pasas, productos en los que basa su resistencia pacífica contra el sistema, sacó un par de tarjetas electorales que ratificaron mi hipótesis sobre la desesperanza de Virgilio: en una, el nombre desconocido de la “nueva generación del Polo”, en la otra el 203 de la ASI, circunscripción especial indígena.

Como era de esperarse ninguno de los dos llegó y Virgilio perdió de nuevo una batalla, pero nunca la guerra.

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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.