miércoles, marzo 27, 2024

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EMPIEZA A OPERAR

La semana anterior, mientras se escuchaba a cuenta gotas, los nombres de las personas “jóvenes, especialistas y técnicos, todos colombianos íntegros, probos”, que conformarán el gabinete ministerial del entrante gobierno de Duque, se presentaba un hecho sin precedente alguno y de valor incalculable para el país: el General Henry William Torres Escalante, acusado de falsos positivos, comparecía ante la “Sala de Definición de Situaciones Jurídicas de la Jurisdicción Especial Para la Paz”.

Es el primer militar de tal dignidad que se acoge a la JEP, acrecentando con esta actitud las dudas sobre el porqué el afán desenfrenado del Centro Democrático para desarticular la columna vertebral de los acuerdos de la Habana, contenidos en la Jurisdicción Especial.

Como era de esperarse la misma semana otro grupo de participantes de la cruenta guerra que vivió el país hacía presencia ante la “Sala de Reconocimiento de Verdad, de Responsabilidad y de Determinación de los Hechos y Conductas”, los jefes de la extinta guerrilla de las FARC.

Aunque los citados eran 31 y solo hicieron presencia de manera personal 3 y uno vía internet, el hecho no tiene precedentes y creo, ningún colombiano que tuviera un mínimo de conocimiento del conflicto que vivimos, nos imaginábamos algo así.

El inicio de funcionamiento de la Jurisdicción Especial para la Paz, devuelve la tranquilidad que se debe tener en el proceso, que dicho sea de paso solo se ha llevado a cabo en un porcentaje muy bajo agudizando la incredulidad de los colombianos y alimentado el oportunismo de un sector de la política.

Ver como los combatientes de uno y otro lado comparecen ante un tribunal hecho para juzgar particularmente los actos cometidos durante la guerra, genera un aliento de tranquilidad y deja ver un pequeño haz de luz al final de un tortuoso y oscuro camino, al que inexplicablemente un sector de la población nacional se ha encargado de oscurecer más.

Lo que se viene no va a ser fácil para absolutamente nadie, conocer la verdad de crímenes aterradores y entender que fueron realizados en el marco de un conflicto irregular, que en un momento de la historia de nuestro país no fue catalogado como tal, entender que habrá y así tendrá que ser, un punto final para el rencor y la incertidumbre y que quizás las penas que se impongan a los perpetradores no satisfagan nuestra sed de justicia, sobre todo para los verdaderos dolientes: las víctimas, causará, con toda seguridad, sensación de desazón y abandono por parte del Estado.

Sin embargo, la verdad es que en el conflicto colombiano todos hemos sido víctimas, seguro algunos habrán hecho de la guerra una oportunidad basada en el dolor de los otros, pero la mayoría combatientes y no, patrocinadores voluntarios y obligados, absolutamente todos hemos sido víctimas.

Así lo narra la consultora Empresarial Bertha Lucía fríes, víctima de la bomba del Nogal quien en el programa institucional “conversemos en paz” refiere lo siguiente: “[…] en ese proceso (buscando la sanación) yo decido encontrarme con reinsertados, y al encontrarme con reinsertados, con elenos, con paras, con Farc, no olviden que las Farc fue quien puso la bomba en el Club, me encuentro con que esos reinsertados con quien yo me entrevisto también son víctimas […] ¿y qué más quisieras tú? (pregunta Bertha Lucía a los reinsertados, y estos responden) que conozcan mi verdad”.

Solo en el entendido que conozcamos la verdad, seremos capaces de cicatrizar las heridas dejadas por el dolor de la pérdida, la verdad no como excusa para atrocidades cometidas por todos los bandos, sino como esa verdad que nos permitirá conocer la realidad del conflicto. Indefectiblemente debemos defender el proceso de paz.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.