sábado, noviembre 9, 2024

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CUÁL GRANDEZA

“Señor del Rayo tú que puedes contra todo grandísimo excelso señor, te pido porque nos devuelvas nuestra dignidad y cubras con tu grandeza la falta tan grande de los poderosos hacia nosotros los que sencillamente vivimos día a día haciendo nuestra luchita pa’ salir adelante”.
(Ex-votos. Dulce Pinzón. 2011)

taxis electricosHa hecho carrera el dicho que reza que las comparaciones suelen ser odiosas, y esto aunque algo de cierto debe tener, pues la sabiduría popular casi nunca se equivoca, muchas veces lo que logra es ocultar verdades a conveniencias de algunos, que ven en el desconocimiento y la ignorancia la posibilidad de, como tuertos, ser reyes en país de ciegos.

Medellín se ha construido así, hemos alimentado la vanidad paisa a costa del infortunio y los malos manejos de que ha sido víctima el resto del país (nosotros también), y de la megalomanía de nuestros gobernantes que más que líderes pujantes son excelentes publicistas y vendedores de sueños e insensateces.

Es increíble cómo nos vanagloriamos de nuestro sistema de transporte público masivo, a costa, por ejemplo, de Bogotá, cuando en realidad nuestro Metro, Metroplus, Cables y Tranvía, son una muestra incipiente de la realidad que al respeto tienen otros países de la región y que debieron ser nuestro modelo, sí imitarlos (así se resienta la vanidad paisa), con las mejoras que se requirieran para la optimización del sistema.

Sin lugar a dudas Ciudad de México es el modelo. Un sistema de transporte masivo que moviliza una urbe de 23.000.000 (veintitrés millones), de habitantes (35.000.000 son en el Estado de México), sin más tropiezos que la incomodidad generada en las horas pico, que cubre más del 80% del territorio, extenso por lo demás, y que aporta, en pequeña medida, al grave problema ambiental de la ciudad.

12 líneas de trenes pesados que de manera subterránea son el alma de la movilidad de la metrópoli se unen con incontables rutas de metrobuses que, como tentáculos, terminan de llevar a los habitantes a sus lugares de destino.

Pero no sólo ofrece beneficios en términos de desplazamiento, el costo del transporte público en una de las ciudades más pobladas del mundo realmente es asequible. Lo máximo que debe pagar un habitante de la ciudad son 11 pesos mexicanos, poco menos de $2000 pesos colombianos, y las distancias por trayecto en un día pueden superar los 100 kilómetros, mientras que en Medellín por recorridos que no superan los 40 kilómetros debe pagarse cerca de los $2.500 pesos colombianos, sufriendo además las mismas incomodidades de cualquier sistema similar.

A esa inmensa estructura de transporte masivo, Ciudad de México le ha empezado a sumar un sistema público de transporte individual. Una prueba piloto consistente en una empresa de taxis Estatal con 20 vehículos eléctricos pretende ser la solución a la informalidad y la inseguridad que puede generar este tipo de transporte, pero ante todo es una apuesta arriesgada por mejorar el medio ambiente, que al igual que en la ciudad de la eterna primavera obliga a tomar medidas impopulares como el pico y placa extendido. Los taxis, completamente sorprendentes en diseño y confort, suman al trabajo con energía limpia, complementos como luces, limpiaparabrisas etc, que funcionan con energía solar captada por un pánel ubicado en la parte trasera del techo del vehículo.

Pero además la verdadera preocupación de los habitantes de la capital mexicana por mejorar su ambiente se ve reflejado en la existencia de un alumbrado público que se alimenta con energía solar, reduciendo así la sobrecarga a las hidroeléctricas y las contaminantes centrales térmicas.

Dos preguntas para la reflexión, cuál es la verdadera grandeza de nuestros líderes y gobernantes que han sido incapaces de implementar políticas públicas de movilidad y protección ambiental imitando modelos eficientes y por el contrario han hecho de estos temas caballitos de batalla electoral con resultados tan poco prácticos como el tranvía de Ayacucho, que pese a ser amigable con el ambiente (si se ve de manera aislada), en cuanto a la movilidad deja mucho que desear por ser un sistema demasiado rígido para una ciudad tan pequeña y montañosa como la nuestra, o como el mismo metro que, aunque hoy agradecemos su existencia, pudo haber sido mejor si se hubiera implementado de manera subterránea. Y segunda, por qué si las distancias que recorren el metro y el metro plus son tan reducidas el costo del pasaje es tan elevado.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.