jueves, octubre 10, 2024

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COLLAGE POLÍTICO


Cuando las tormentas electorales comienzan a agitarse no dejan de causar sorpresa todos los milagros y encuentros que generan. Es en estos momentos en los que aquello de que la política es dinámica se materializa, sobretodo la colombiana en la que la característica principal es la ausencia de identidad ideológica.

Hemos visto representantes de esquinas ideológicas completamente opuestas juntarse con la excusa de un fin altruista que oculta un secreto a voces: “cuantos votos me ponés, cuántos te pongo”.

Para estas elecciones la primera tormenta electoral arrojó el acercamiento de tres candidatos con un buen nicho de votantes cada uno, pero al mismo tiempo, por lo menos dos posturas políticas irreconciliables y por esto impensable hace 6 meses.

Que Claudia López y Sergio Fajardo se unan no debe causar extrañeza, ya en unas elecciones locales anteriores ambos habían coincidido en Alonso Salazar, quien a la postre fuera el alcalde de Medellín con el aval de Fajardo y el apoyo cegatón de López. Este nuevo amancebamiento electoral, propio de la orgiástica democracia colombiana, deja mal parada a López, que ha criticado duramente la corrupción, pero que al mismo tiempo se hace la de la vista corta cuando de algunos personajes (¿de sus afectos?) se trata.

Lo que sorprende altamente es la presencia de Jorge Robledo en ese trinomio cuadrado perfecto.

La “Coalición Colombia” que une a uno de los representantes mimado del Grupo Empresarial Antioqueño con el radical defensor de los obreros y trabajadores de Colombia, Jorge Robledo, es algo así como la unión del liberalismo salvaje con un intento de mercado protegido. Unión imposible desde cualquier postura. A este intento de unidad, bien frágil, hay que sumarle un elemento adicional, Fajardo ha sido muy honesto en los medios de comunicación, pero en la realidad tiene varias investigaciones por hechos non-santos en sus administraciones locales. Corrupción que los senadores Claudia y Jorge han atacado incansablemente en muchos casos, no en el de Fajardo.

Ha merodeado esa coalición el también candidato Humberto de la calle, lo que sumaría una arista más que dificultaría esa factorización. De la Calle y Robledo, representantes ambos de esquinas políticas diferentes, tienen otro elemento de desencuentro en el proceso de paz, lo único para mostrar que tiene el primero y que ha criticado abiertamente el segundo.

Además, así intente separarse, Humberto de la Calle es un representante más de la clase política colombiana, a quien, por supuesto el país le debe mucho por haber sido el líder negociador de los acuerdos entre las FARC y el gobierno, pero que al fin y al cabo no deja de ser uno más de “esa” clase política que tanto detestan Fajardo y López.

Definitivamente la virtud más poderosa del arte de la política colombiana es ampliar la gama de colores y juntarlos en un collage “absolutamente precioso”, pero sin ningún contenido que beneficie el país.


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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.