viernes, julio 26, 2024

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LA APUESTA

Hace más de un año aposté un almuerzo con un gran amigo a quién sería el próximo presidente de Colombia, hoy, a 5 días de que se lleve a cabo la primera vuelta electoral, no me cabe la menor duda de que a quien le fui será el ganador tanto en la primera como en la segunda.

Me comprometo, para no caer en la solapada posición de muchos opinadores que nunca toman partido con un presupuesto claro, pues es mejor ir acomodándose de acuerdo al largo de la cobija.

Como lo sostuve hace más de 365 días y como lo he sostenido por mucho tiempo mediante esta columna, si así puede llamarse, el próximo presidente de Colombia será el señor Germán Vargas Lleras, y esto no quiere decir que esa sea mi preferencia, sino que el diseño democrático del país está hecho para perpetuar el dominio de la finquita en las manos de los que siempre lo han tenido.

Como lo he planteado por más de 8 años desconfío absolutamente del sistema democrático, y aún más del electoral de Colombia, por lo que me declaré abstencionista activo, y aunque este año decidí volver a las urnas, no como jurado, indeseable tarea que se me impone por razón de mi oficio, sino como votante, por las nuevas circunstancias que a trancazos atraviesa el país, he ratificado las razones de mi abstencionismo.

Los competidores que encabezan las apuestas han llegado a su techo, realmente ninguno de los dos es capaz de conjugar las necesidades reales de Colombia y sólo están en esa preferencia por la misma razón por la que los cristianos acuden religiosamente año tras año a la morbosa crucifixión de Jesús: por fe.

Tanto Duque como Petro son el soporte electoral del otro, aprovechándose de esa malsana costumbre electoral de los colombianos, que votan en contra de… y no por las propuestas de…, así, hemos renunciado a excelentes candidatos y elegido a los peores.

Y aunque la estrategia de Vargas está lejos de distanciarse de lo anterior y ha sido brutalmente equivocada, la maquinaria politiquera y el poder económico (básicamente el financiero), son la verdadera herramienta que lo subirán al poder.

Decía un analista en un canal de televisión que para el día de elecciones el caudal de efectivo que se tiene que mover es directamente proporcional al éxito que se quiera obtener, lo que significa que quien tenga el patrocinio suficiente será el próximo presidente de Colombia. De lo que se concluye que las elecciones en nuestro país del sagrado corazón de Jesús no son un debate entre ideas, ideologías o filosofías, sino una competencia (cuando la necesitan) entre poderes económicos.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.