La sentencia contra el expresidente Uribe reconfiguró el escenario político colombiano y abrió el camino para que el senador Iván Cepeda se posicione como figura central en la carrera presidencial de 2026. Su posible candidatura sacudiría el equilibrio interno del Pacto Histórico y pondría en aprietos a otros aspirantes del progresismo.
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La condena en primera instancia contra Uribe por fraude procesal y soborno no sólo es un golpe para el uribismo, sino también un punto de inflexión para la izquierda colombiana.
La decisión judicial catapultó a Iván Cepeda, uno de los principales contradictorios del expresidente a un nuevo protagonismo político que podría redefinir las aspiraciones presidenciales en el progresismo.
Cepeda había advertido a sus copartidarios que su candidatura dependería del fallo judicial. Con la condena ya en firme en primera instancia, el senador se convierte en el nombre que muchos sectores del Pacto Histórico ven como el más sólido para enfrentar la disputa presidencial, sin necesidad de someterse a consultas internas.
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El nuevo panorama deja en entredicho las aspiraciones de Gustavo Bolívar y “Pinturita” Quintero, quienes hasta ahora se proyectaban como herederos naturales del gobierno de Gustavo Petro.
La posible entrada de Cepeda a la contienda reconfigura el tablero y obliga a recalcular estrategias en las toldas del progresismo.
En los pasillos políticos del Pacto Histórico ya se habla de una eventual aclamación de Cepeda como candidato único, evitando las consultas previstas para octubre.
Esta maniobra buscaría presentar un frente unificado ante una derecha cuestionada por los líos judiciales de Uribe y las fracturas internas del uribismo.
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Para Bolívar y Quintero, sin embargo, el movimiento de Cepeda supone un desafío directo. Ambos han cimentado sus precandidaturas en el discurso de continuidad del gobierno del “cambio petrista”, pero el prestigio de Cepeda como opositor histórico de Uribe y su papel en el proceso judicial podrían eclipsar sus campañas.
Analistas señalan que la presencia de Cepeda en la baraja presidencial podría atraer a sectores independientes y fortalecer la narrativa de justicia y reparación que ha defendido la izquierda.
No obstante, su eventual candidatura también podría polarizar aún más el debate político en un país marcado por profundas divisiones ideológicas.
El reloj electoral corre y el fallo contra Uribe ha sacudido las piezas del ajedrez político.
La gran incógnita es si el progresismo optará por la unidad en torno a Cepeda o si insistirá en una consulta que podría fragmentar su base.
Lo cierto es que, con este nuevo escenario, la carrera presidencial para 2026 entra en una fase decisiva para el progresismo mucho antes de lo previsto.
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