Si algo ha quedado claro en este incierto paro de maestros, es la pobre situación de la educación en Colombia. En realidad parece que a ningún sector de la sociedad le importa la verdadera calidad de la educación: los maestros plantean una justa reclamación salarial, el gobierno un abierta postura fiscal y la opinión pública una marcada preocupación por dónde “meter” a los niños y jóvenes durante todo el día. Eso sí para todos, su problema es la calidad de la educación.
El verdadero fondo de la educación en el país no se toca, la frustrada negociación se quedó en un limbo enmarcado en 4 puntos porcentuales, una evaluación que lo único que busca es controlar el número de maestros que ascienden y el traslado de recursos que el gobierno central debería transferir a las regiones.
Por su parte cada una de las partes culpa a la otra de intransigente, incumplida y casi que de inhumana por su posición, mientras las realidades (reales) de la educación quedan rezagadas a la perorata incomprensible y gaseosa de los intelectuales y al análisis erudito de los expertos.
Mientras tanto y desde una pose completamente desconocedora, los dirigentes del país que no han hecho nada cuando tuvieron la oportunidad, critican y del sombrero oportunista de mago sacan la fórmula mágica para mejorar las condiciones del sector.
Es muy triste para los dolientes de la educación, y sobre todo de la pública, escuchar cómo personalidades prestantes de la Nación plantean posturas como “sí… los maestros están muy mal pagos, pero no es justo con los niños”, o “no hay más plata para el sector, es decir, no hay posibilidades de mejorar infraestructura, ni de un preescolar de tres años” o peor “es que no hay con quien dejar a los niños mientras los padres están trabajando” entre otras tantas insensateces que se dicen en una situación coyuntural como la que actualmente atraviesa el país.
Ha llegado el momento de que la Nación determine qué tipo de educación quiere, si quiere una que prepare a las nuevas generaciones para la presentación de unas pruebas que dejen al gobierno de turno bien parado frente a la comunidad internacional, o una que las prepare para la creación de un nuevo país multiétnico, plural y con un sinnúmero de problemáticas a resolver; si quiere una que las forme en la forma correcta de llenar un formulario bancario, o una que devuelva el sentido al valor más importante de todos: el de la vida