viernes, julio 26, 2024

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Refinería Escombreras nocheEstalla uno más de los famosos escándalos de corrupción, despilfarros y malversación de fondos a los que los colombianos ya estamos habituados. Como siempre nos preocupará hasta que con pauta sean silenciados los medios de comunicación y lo peor, después de un prudente silencio, ratificaremos lo que ya sabíamos desde el principio: no pasa absolutamente nada.

Los sobrecostos y malos manejos en la construcción de la Refinería de Cartagena, con la cual Colombia entraría a suplir su necesidad doméstica de combustible, hará parte de la ya larguísima lista de desgreños y robos de los que hemos sido víctimas los colombianos. Foncolpuertos y Dragacor, son apenas unos pueriles intentos al lado del reciente.

El elemento adicional del nuevo escándalo, intentado opacar por el romance publicitado por las redes sociales, tiene un elemento adicional, una pimientica que nos debería estimular las papilas gustativas.

Las investigaciones hechas han evidenciado una férrea lucha entre dos grupos que pretenden ostentar el poder: por un lado los encabezados por Uribe, y por el otro, los delfines de la oligarquía colombiana en cabeza de Santos, Cárdenas y Vargas Lleras.

Cuando se entrevista a unos y otros siempre el culpable es él: “La escogencia se hizo siguiendo todos los parámetros estipulados por la ley”. “La selección de la empresa contratista encargada de las obras fue equivocada, y fueron ellos”. “Yo estuve en la Junta Directiva de Ecopetrol, pero eso lo aprobaron al día siguiente de retirarme”, “Únicamente llevo 8 años en la Junta Directiva, no tenía por qué darme cuenta”. Y así, en el mar de las acusaciones entre unos y otros el país va olvidando un contrato en el que el valor adicional superó en más del 50% el valor inicial, y no hablamos de devaluados pesos, hablamos de más de US 8.000’000.000 (ocho mil millones de dólares).

Para desgracia del país, no le hicimos caso a William Ospina, cuando en mayo de 2015, en una columna publicada en el periódico El Espectador, ya evidenciaba la lucha que se venía entre, los por un lado nuevos convidados a la repartición, con la actuación estelar por primera vez, de la provincia y por el otro, los insaciables, poseedores del título de propiedad del poder político en Colombia, familias enquistadas en los cargos públicos y que además tienen como misión perpetuarse allí.

Para los anecdotarios los insultos y llamamientos de traidor de que fue víctima el escritor, porque no tengo la menor duda de que todos los que lo adjetivamos, hoy estamos arrepentidos.

La parte positiva del asunto es ver cómo entre ellos se carcomen las entrañas, al estilo de las hienas, cómo ha empezado a generarse una oposición de fuerzas similares que si los colombianos la aprovechamos podría terminar en un verdadero equilibrio que por lo menos trace límites al intento desmesurado, salvaje, de ambos grupos de adueñarse de todo el país.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.