sábado, julio 27, 2024

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TERCERÍA, LA OPCIÓN DEL DIABLO

identidad sexualEl debate suscitado por la cartilla sobre diversidad sexual y diferencia de género supuestamente publicada por el MEN, no deja de ser una muestra más de la fuerza de la godarria colombiana, y a su cabeza, inclemente, la religión, que aprovechándose de la injerencia que tiene en sus devotos y la ignorancia de estos, quiere volver a ser arte y parte de las políticas de Estado.

La educación colombiana anda en crisis, pero parece que ese no es un problema que le preocupe a los opositores de una Ministra que no ve los procesos educativos como ejes transformadores de la sociedad, que ha convertido la profesión docente en una carrera de resultados sin importar los medios, y a la escuela en el parqueadero de niños y adolescentes en el que se reparten desayunos.

Es claro que a los opositores de una educación incluyente, respetuosa y tolerante tampoco les interesa la educación de sus hijos, pues dejarle un tema tan delicado como la identidad de género a los maestros, un gremio compuesto por más de 320.000 personas en las que se encuentran individuos de toda condición social, talante, ideología, credo e identidad sexual, es una apuesta harto riesgosa.

Lejos de aportes constructivos, el argumento de los opositores lo que realmente evidencia es la persecución a la postura de la Ministra de Educación, pues no comulgan con una persona que haya sido capaz de retar a la iglesia y a la mojigata sociedad declarando su lesbianismo y casi que generando espacios de valor para los que se han sentido vituperados y maltratados por posturas diferentes.

Pero peor que el fallido intento de crear una política nacional educativa de respeto por la diferencia de género, es la exitosa intromisión de las sotanas y las prédicas en las aulas de clase y en las políticas de beneficio común indistintamente de que sean para las mayorías o minorías.

Lo anterior tiende a ser más perjudicial si tenemos en cuenta que para lo que se le adviene al país, las políticas educativas tendrán que sufrir un viraje de 180 grados. Colombia necesita una educación cicatrizante y regeneradora en y del tejido social y también es claro que con excepción del fallido intento de crear una política educativa que respete la diversidad sexual, el actual Ministerio de Educación ha trazado una senda equivocada.

El riesgo tomado por la Ministra fue alto, y parece perdió, pero con ella perdimos todos los nacionales, pues asumir que en la actualidad, todavía tendremos que pelear contra el oscurantismo medieval y además contra el juicio inquisidor de las redes sociales para lograr generar un país que respete la diferencia, es una derrota de la sociedad.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.