La doble moral de los colombianos no tiene límite. Los últimos dos meses hemos sido testigos de uno más de los escándalos de corrupción con los que la clase dirigente de nuestro país ha logrado mantener el dominio y su poder económico.
Acusaciones van y vienen, que se filtró la campaña de éste, que fue la de aquel, que no sé quién dio dinero, que el dinero se perdió, que también recibió la guerrilla, en fin. Y los nombres, todos de actores secundarios, porque los protagonistas no se ven afectados nunca, como en los créditos del cine, van pasando de manera efímera.
Las defensas dan grima, lo peor es que los partidarios de unos y otros se atreven a decir, “esto es persecución política”, y también como con en el cine, nos preparamos para el estreno del próximo capítulo de la saga.
Nuestra sociedad ha caído en el natural sopor naciente de la digestión del almuerzo, y casi que desahuciados esperamos con los brazos abiertos ese caudillo, que nos gustaría se inmolara por nosotros para “ver si esto cambia”, así, elegimos a Pastrana, que nos salvara de Samper, a Uribe que nos librara de la blandura de Pastrana, y como nos lo pidió el segundo salvador, cometimos una de las torpezas sociales más grandes en la historia del País: la reelección inmediata, “pero como era para Urbe…”.
Luego a Santos que nos libraría del salvajismo del mesías y ahora, enfermos por la ceguera evocada por Saramago, elegiremos al mentor de lo que será la república del coscorrón:
Germán Vargas Lleras, el flamante nieto de un expresidente, el sobreviviente a un atentado (no se sabe de quién), el excongresista y exvicepresidente que se desempeñó como el eficiente “gerente que Colombia necesita”
El dirigente que le pega a sus subalternos, incluso a aquellos que dan la vida por él, el fundador del partido que ha cobijado con su aval a varios corruptos y asesinos del país, el candidato que ha puesto a trabajar el fisco nacional para su elección.
La semana anterior, cuando el exvicepresidente pretendía mostrar su interminable lista de aciertos en su gestión, se oyó la denuncia de los empleados del Ministerio de Transporte a los que se les “invitó” a compensar algunas horas del tiempo laboral de Semana Santa, asistiendo al evento de rendición de cuentas de Vargas Lleras, claro tendrían transporte y que firmar una planilla para aquello del control laboral.
Hecha la denuncia, salieron los defensores a desmentirla con cosas como “eso es falso, el ministerio tiene transporte para los empleados y debe pasar por ese recinto, se quedaron los que querían” o peor, la columnista María Isabel Rueda, se atrevió a decir que independientemente de cualquier cosa “ese señor había hecho mucho”. El poderoso y afamado tridente de ataque contra la corrupción, elegido por Santos, ni una pronunciación ha hecho. Y nosotros estamos convencidos que Vargas Lleras es el gerente que Colombia necesita.
* Término acuñado por Humberto De La Calle