jueves, noviembre 14, 2024

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PARA LA MEMORIA

“Mi amor no siento las piernas, estos hijueputas me mataron, abrázame y protégeme que me voy a morir”, fueron las últimas palabras que Bernardo Jaramillo Ossa candidato presidencial por la UP, dijo a su esposa Mariela Barragán el 22 de marzo de 1989, en el puente aéreo del aeropuerto El Dorado de la capital colombiana cuando un sicario le propinara 4 disparos.
El sicario, un joven de 16 años que recibió $300.000 por el “trabajo”, habitante del barrio Enciso de Medellín, fue detenido y cuatro años después asesinado en su sitio de reclusión.

Hoy 29 años después del crimen, no se sabe quién o quiénes fueron los autores intelectuales del asesinato, pero no se tiene que ser investigador de CSI para asegurar que el exterminio de la UP entre lo que se cuenta los asesinatos no solo de Jaramillo sino también de Pardo Leal, fue por lo menos auspiciado por el Estado colombiano.

Es imperioso recordar este momento aciago de nuestra historia, la UP fue un intento de cambiar las condiciones sociales del país, en ella se conjugaron pensamientos progresistas que propusieron un camino a seguir que nos podría sacar del profundo lodo en el que, al contrario, por la tozudez, el miedo y la ignorancia nuestra, nos hundimos más y del que hoy, si miramos con visión crítica y sin sectarismos, podremos salir.

“De todo esto hay unas fuerzas minoritarias que quieren llevar a Colombia por el camino del fascismo, de unas fuerzas oscuras que no quieren ningún cambio, que quieren el statu quo en todo sentido”, fueron las declaraciones de Jaramillo días antes de morir, él terminaba vaticinando lo que venía: su asesinato. Estas palabras del candidato presidencial toman vigencia en este momento, otra vez crucial de la historia colombiana, estamos cerca de darle un giro a nuestra condición así aparezcan fuerzas oscuras, que no permitirán bajo ninguna perspectiva ese giro.

Quizás, hay un poco más de sofisticación en el método, quizás ya no sea “estético” el asesinato físico de un candidato presidencial o de varios de ellos, quizás no sea necesario llevar al exilio a intelectuales, juristas, artistas o políticos, pero se evidencia el afán desmesurado de aquellos a los que Jaramillo Ossa llamaba fuerzas minoritarias, fuerzas oscuras, de no permitir ese cambio.

29 años después de la desaparición física de uno de los políticos más carismáticos del país es necesario recordar sus andanzas y buscar el cambio que la historia nos exige.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.