El 30 de noviembre de 1995 iniciaba su operación el Metro de Medellín vendido a la ciudadanía como una excelente forma de transporte, que bien justificaban los sobrecostos que había sufrido por su irregular contratación.
Hoy, 23 años después de rodar por primera vez, el “Metro” es motivo de orgullo de los medellinenses a razón de que ensancha el chovinismo paisa que nos hace pensarnos como la clase alta del país, y resignados, hemos aceptado su utilidad y servicio, valorándolo casi como imprescindible para la Ciudad.
Lo cierto es que el Metro de Medellín, transporta cerca de un millón de personas al día, convirtiéndose en el modo de transporte más usado por los medellinenses, sin que a ciencia cierta sepamos cuánto debemos todavía de su construcción.
Con un funcionamiento, si se quiere impecable durante la historia, el Metro se fue consolidando entre la ciudadanía, convirtiéndose igualmente en el eje centro del sistema de transporte masivo de la Ciudad, compuesto además por el sistema de buses, los cables y el inútil tranvía. Allí comienza la historia.
El embeleco del tranvía de Ayacucho, un sistema de transporte pesado, que no presenta solución real a la movilidad de la ciudad, y tampoco mejoramiento al estilo de vida de los habitantes del sector al que sirve, se construyó a pesar de toda la oposición que tuvo. Deudas, errores en los diseños y en la construcción, sobrecostos y arbitrariedades con los habitantes del sector, fueron la carta de presentación de este nuevo sistema que se realizó mientras la gerencia de planeación de la empresa Metro estaba en la cabeza del ingeniero Tomás Elejalde.
Varias veces fue sometido a juicio el nuevo componente del sistema, y obviamente la responsabilidad del gerente de planeación en los errores. A pesar de todo y contra los diagnósticos que la lógica sugería, el señor Elejalde fue nombrado por los actuales Alcalde y Gobernador, como gerente general de la Empresa de Transporte Masivo del Valle de Aburrá.
Y ahí se agudizaron los problemas del Metro de Medellín, durante 2018 la noticia más común ha sido la detención del metro en algunas de sus rutas, generando caos en la movilidad de la Ciudad. Las explicaciones han sido insuficientes y no han dejado tranquilo a nadie que las escuche, de hecho la percepción de eficiencia del sistema se ha deteriorado notoriamente.
Según testimonios emanados del interior de la Empresa, los recurrentes daños en el Metro, se deben a falta de planeación en la adquisición de los repuestos que deben importarse, por lo que al momento de las fallas ha sido necesaria la utilización de repuestos remanufacturados, conllevando las fallas de funcionamiento y un alto nivel de riesgo para los usuarios.
No es difícil imaginarse que una explicación como esa se acerque a la realidad del estado actual del sistema, sobre todo si tenemos claro que el hoy gerente dejó mucho qué desear en su desempeño en el anterior cargo dentro de la Institución.