Sin que se hubiese posesionado el electo presidente Duque, ya su poder y talante han comenzado a hacer de las suyas. Al mejor estilo de su mentor y abonando el terreno para disfrazar su gobierno dictatorial, el entrante gobernante ha empezado a mostrar los dientes.
Las fichas estaban puestas y solo era cuestión de horas para empezar a moverlas. La primera, el corrupto e inescrupuloso Consejo Nacional Electoral, que parece piensa negar la credencial de Senador al electo Mockus, un hombre cuya talla moral no genera duda en ningún colombiano sea su copartidario o no.
El hecho, que podría comprenderse como ajeno al entrante Duque no lo es, pues una denuncia de un personaje como Mockus tendría más resonancia que la de cualquiera otro, no solo por su gran número de seguidores, sino y más porque es considerado el político colombiano más honesto de todos.
En otras palabras, era necesario tender un manto de oscuridad sobre su honestidad. Una jugada como esa deja diezmada a la insipiente oposición sobre todo si logra aislar a una ficha clave como Mockus.
Pero la decisión no tiene un solo propósito, a la par de poner en tela de juicio al filósofo, el Consejo Nacional Electoral busca minimizar el extemporáneo escándalo generado por el fiscal Martínez, al informar del posible delito electoral cometido por dos de los alfiles más poderosos de Centro Democrático, la polémica María Fernanda Cabal y la silenciosa pero poderosa Margarita Restrepo, además de otros políticos que apoyaron la candidatura de Duque.
Así pues empieza a fraguarse un gobierno que será democrático en cuanto se cohoneste con su política pero altamente peligroso cuando se cuestione su actuar.
Si para algún colombiano eran improbables los anuncios de lo que se le viene al país en este cuatrienio, (sí es que termina en el 2022), le han quedado resueltas. Así como si alguien dudaba del afán vengativo y el propósito dictatorial del gobierno de Centro Democrático.