lunes, diciembre 9, 2024

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DEBATE INCONCLUSO

Contrariamente a lo que se esperaba con la finalización de la contienda electoral, la polarización en el país se radicaliza cada vez más. Por un lado la posición tibia del electo presidente Duque frente al sistemático asesinato de líderes sociales y el ataque inclemente al proceso de paz, demuestra lo que le llegó a la negociación, y por el otro, las permanentes críticas de un sector de la izquierda que sin que el nuevo presidente haya tomado posesión han arreciado en su contra, han logrado generar una alta tensión en la población colombiana.

Sin embargo, y pese a la vigencia del debate político, las discusiones de fondo para intentar disminuir la problemática social que nos tiene sumidos en realidades como ser una de las naciones más desiguales del mundo, no se han dado. El verdadero debate está en silencio.

El colectivo se detuvo, ingresaron dos mujeres, la primera una mujer joven, no superaba los 18 años, su actitud no era tranquila, después una mujer madura con una bebé de brazos, sus ojos demostraban que había llorado, que lloraba.

El joven que iba en las primeras sillas, se levantó para que la señora se sentara. Aunque eran las 2:30 de la tarde, hora llamada valle para el transporte público, el colectivo llevaba gente de pie, y es que algunas cuadras antes se había montado una inusual gran cantidad de funcionarios del DANE, haciendo del viaje “redondo” como dicen los conductores cuando logran llenar el vehículo.

La señora sacó de su bolso dos billetes de $2000 y algunas monedas, se las pasó a la joven y ésta a su vez al conductor. El colectivo transitaba lento por las estrechas calles del barrio Popular número 1 de Medellín. El calor arreciaba con fuerza, sin embargo la bebé iba cubierta completamente, su cargadora le medía la temperatura de vez en vez, con el termómetro que todos tenemos en el revés de la mano.

Intranquila, con sus pies la señora aceleraba, hacía movimientos como intentando que el colectivo aumentara la velocidad. Era evidente que algo pasaba. Comenzó a descubrir la niña y a soplarla, la niña tenía calentura. La joven acompañante, que con seguridad era la madre de la bebé indagaba intranquila con la mirada. El colectivo continuaba con su lentitud recogiendo desprevenidos que tenían tiempo, el tiempo que en opinión de la madura mujer no tenía la bebé.

El silencio se rompió, como está preguntó la joven. Tiene mucha fiebre respondió la señora. El colectivo había llegado al punto donde tiene que acelerar imprudentemente para no caerse.

Después de 25 minutos de viaje las dos mujeres se apearon del vehículo cuando llegaba al Hospital Infantil Concejo de Medellín.

Esto no tiene presentación en una ciudad que se dice humana, en un país que se dice en desarrollo, cómo es posible que esa mujer tenga que pasar por un viaje que seguramente para ella fue eterno, para poder llevar a una menor a un hospital. Me pregunté.

Pero más aún, me decía, cómo es posible que para llevar a un paciente tengan que hacerlo en un vehículo de servicio público masivo a la velocidad del conductor.

Increíble que mientras éste es el pan diario de nuestro país, en el Congreso de la República todavía debatan si es conveniente la paz o no, si el ministro electo de economía es amigo de los empleados o de los empleadores, si el presidente del Senado es bachiller o tienen alguna especialidad, si el culo de Mockus ofende o enaltece al Congreso.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.