A mediados de la semana anterior un nuevo escándalo político estalló en el país del Sagrado Corazón de Jesús. Esta vez las denuncias de interceptaciones ilegales cometidas por la empresa de un expolicía, para más señas quien habría desempeñado el cargo de comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, la capital del país, enredaban extrañamente a un Congresista al que últimamente no le han salido bien las cosas: Armando Benedetti.
Según la información suministrada por un informante que trabajó en la empresa de chuza-das y que decidió colaborar con la justicia, el “poderoso” Benedetti habría pagado por la interceptación de las comunicaciones del Fiscal General de la Nación, su esposa y varios abogados.
En entrevista concedida por el Congresista que ha sido veleta arrasada por los recientes vientos electorales, dijo que lo que se fragua es una persecución perpetrada por el mismo Fiscal y por el grupo político al que pertenece: Cambio Radical.
El “buen” Armando atribuye como causa de esa persecución las denuncias hecha por él sobre la participación de varias empresas de uno de los grupos económicos más poderosos del país, el grupo Aval, en los sobornos de Odebrecht.
El caso Odebrecht tiene ya a varios detenidos, pero extrañamente (el adjetivo lo acota el columnista), ninguno de ellos hace parte de los aportantes de los dineros con que se sobornó, sino que son los receptáculos de esos dineros quienes están detenidos.
La jurisprudencia sobre delitos que se cometen en doble vía no es nueva en nuestro país. Yidis Medina, excongresista detenida por cohecho pagó sola el recibo de “favores” a cambio de su voto para que el todopoderoso Álvaro Uribe fuera reelecto de manera inmediata. Lo simpático del asunto es que el cohecho en que se vio involucrada Medina, no tuvo más responsables, es decir un delito colectivo fue cometido por una sola persona. En su momento el expresidente planteó que las dádivas hacen parte de la democracia.
Extrañamente terminando la semana el Superintendente de Industria Pablo Felipe Robledo hizo pública la investigación que se abría en contra de altos funcionarios de las empresas del grupo Aval, dándole la razón a Benedetti de la participación del grupo económico en los millonarios sobornos, pero dejando en tela de juicio la tesis del mismo en lo que se refiere a que las acusaciones contra él son una persecución política por sus denuncias.
Triste panorama para “Armandito” quien en medio de la campaña electoral de los meses anteriores saldría a declarar que estaba en la “inmunda” y que ahora cuando su nombre está totalmente cuestionado sólo atinó a decir: “este es un país de hijueputas, aquí no hay democracia”.