Alguna vez conversando con mi mamá, una octogenaria con principios de alzheimer, me dijo que yo, su muchacho, era un cúmulo de buenas intenciones, y que, de eso, de buenas intenciones, estaba construido el camino al fracaso y empedrado el del infierno…
Eso fue, evidentemente, lo que le pasó al excandidato presidencial Sergio Fajardo después de reunirse con varios de los candidatos a la Alcaldía de Medellín afines a la manera de hace política con el fin de buscar la posibilidad de sellar alguna clase de alianza que les otorgue un poquito de posibilidad de poder.
Buenas intenciones tuvo la convocatoria que hiciera Fajardo a César Hernández, Juan David Valderrama, Chucho Ramírez, Víctor Correa, y en la que obviamente asistiría su pupila Beatriz Rave.
El asunto es que a Fajardo ya no le copian sus anteriores genuflexos seguidores, ninguno hizo caso a intención de rodear a un sólo candidato para fortalecer la campaña del domingo 27 de octubre.
Fajardo se equivocó, un tipo que sólo piensa en él, primero él, segundo él, tercero, cuarto y quinto él, se demoró mucho tiempo para hacer las propuestas y les dejó coger ventaja a cada uno de esos, sus exmuchachos que participan en la contienda electoral.
Pero así se unan, saldrán con un chorro de babas. De acuerdo a las últimas mediciones de intención de voto, usted junta a Valderrama, Hernández, Correa, Ramírez y Rave, y no llegan al 10% de favorabilidad.
Ahora la pregunta del millón es: de unirse, sería en torno a la campaña de quién…