martes, marzo 19, 2024

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INCERTIDUMBRE

La situación generada por la enfermedad del covid19, completamente nueva para gran parte de la población mundial que podía tener referencia de una similar por la literatura alcanzada y no por experiencias propias, puso en el partidor dos opciones que para algunos no pueden competir, pero para otros es la verdadera decisión a tomar: salud vs economía.

Y es que los gobiernos se vieron obligados a optar por una de dos alternativas: encerrar a la población para evitar la propagación del virus causante de la enfermedad, con consecuencias muy fuertes para la economía o no hacerle daño a la economía y permitir el contagio masivo, como en Brasil y Estados Unidos, con resultados que superan en cada uno de eso países más del millón de contagiados.

En Colombia el aparente buen manejo que se había hecho de la pandemia, con un encierro prolongado, se puede ir al traste con el “salvavidas” arrojado por el gobierno nacional a la, en apariencia, golpeada economía local, el día sin IVA.

Y digo que aparente, porque los resultados de las ventas realizadas el primero de tres días en que el Estado deja de percibir altísimos ingresos por concepto del Impuesto al Valor Agregado, fue por decir lo menos exitoso para el comercio.

Y ahí está la dificultad, pareciera que el beneficio económico percibido por el comercio riñe con el cuidado de la población para evitar la propagación de la covid19.

La realidad es que, a nadie, o por lo menos a muy pocos, le importó evitar el contagio del perverso Coronavirus, con tal de acceder a una fórmula matemática que hacía menos costoso lo querido.

Para el gobierno nacional o era fundamental echar a rodar la maquinaria del comercio como primer empujón a la producción a cualquier costo o sus asesores sirven para nada: los económicos no preveían tal magnitud de personas con poder adquisitivo, y los de salud no calcularon el aumento exponencial del contagio que aglomeraciones como las que se vivieron en las principales ciudades del país generarían.

A deber, los comerciantes, que han llorado desde que comenzó el encierro, y mostraron que les importa nada sus clientes y sus empleados, pues se ve que redujeron al máximo la implementación de protocolos y controles de bioseguridad con tal de no perder una venta: permitieron aglomeraciones, no exigieron el distanciamiento y menos brindaron alternativas de higiene para los compradores.

También fallaron en mejorar su servicio de venta por internet, de hecho durante el encierro es notorio lo insipiente de la tecnología de los comerciantes para ese servicio, y ese día, por ejemplo, la página de “Tiendas Jumbo” no funcionó, de hecho casi ninguna de la de las grandes superficies, donde se presentaron las mayores aglomeraciones.

El gobierno local de Medellín, el del ambivalente Quintero, sale igualmente mal librado, los controles a los establecimientos comerciales de la ciudad son mínimos en algunos sectores, mientras en otros son exagerados, en algunos sitios tapete de desinfección de calzado, control de ingreso con pico y cédula, exigencia de tapabocas, toma de temperatura con información inmediata al testeado y registro en planillas donde hasta tipo de sangre solicitan, en otros como el éxito de Colombia, solicitan el número de cédula y toman la temperatura, pero en ningún momento hacen un registro de ella (diría, sin evidencia, que simulan tomarla).

También se ratificó que la decisión del travieso de suspender el pico y cédula el 19 de junio fue patente de corso para que la gente saliera desenfrenada a comprar, mientras una reunión con familiares y amigos tiene que hacerse en la clandestinidad absoluta, Quintero permitió que la población a la que se debe, diera un salto a la incertidumbre de un posible contagio. Salto catapultado por los medios de comunicación que también con un afán económico publicitaron el día sin IVA como panacea salvadora.

Y para cerrar, el asombro que causa ver a miles de personas arriesgando su bienestar por acceder a un producto con un descuento real, en una promoción nunca antes vista en nuestro país.

Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.