jueves, marzo 28, 2024

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QUE SE ROMPA LA CUERDA

Hace un par de días se cumplió un año de la muerte de los suboficiales Jesús Mosquera y Sebastián Ricaurte, quienes perdieron la vida durante una inexplicable acrobacia que pretendía agregar diversión al cierre de la pasada Feria de las Flores de Medellín, y a estas alturas seguimos sin saber en qué van investigaciones del caso, si es que hay investigaciones del caso.

Mientras la ciudad vive un “reality show” por cuenta de su alcalde, que gobierna como jugando maquinitas, a nadie se le ha visto reclamar por los resultados de las investigaciones de lo que en su momento dijeron que pudo haber sido un pájaro-cometa-cuchillo volador que rompió la enigmática cuerda.

Esta penosa indiferencia social resulta especialmente grave porque significa que a nadie le importa por qué perdieron la vida dos jóvenes cuyo destino fue entregarse por la diversión de la ciudad. Pero más grave aún, es que parece que ya hemos asumido que lo que pasa en las fuerzas armadas es asunto de las fuerzas armadas porque ellos saben lo que hacen, o porque lo normal es que a ese poder no se le toca, y mientras menos preguntemos, más (tranquilos) vivimos.

Sobre el caso hice un derecho de petición a la Fiscalía General de la Nación (que asumió la vocería de la investigación en su momento) del que obtuve respuesta después de vencido el término a través del cual se indicó que el asunto fue remitido por competencia a la Dirección de Fiscalías de Medellín.

Esta semana recibí respuesta del fiscal 151 seccional de Medellín en la que me dijo que no me podía dar una respuesta de fondo debido a que señalé tener interés para el ejercicio del periodismo de opinión, y que entonces debía acreditar mi condición de periodista dado que la información pedida es de trato riguroso.

Inmediatamente le dije al fiscal que desde la expedición de la Sentencia C 087/98 no se puede exigir a nadie ningún título ni credencial para ejercer el periodismo, pero que a pesar de ello me las doy de periodista en este generoso medio y que la información que pido no es reservada. El mismo día y sin dar razones, me contestaron que la solicitud había sido remitida a la oficina de prensa de la Fiscalía, y entonces hoy sigo sin respuesta.

La ciudad y el país deben conocer si existen investigaciones penales por esos hechos, y en qué van esas investigaciones. También debe conocerse públicamente si ya se hizo el análisis pericial internacional que se anunció ante todo el país para estudiar la misteriosa cuerda.

No es difícil terminar pensando mal ante una tardanza de un año para el análisis forense de una cuerda en medio del silencio sobre el caso mientras se patean la pelota en la misma entidad para envolatar una respuesta de fondo, que no solamente vulnera el derecho fundamental de petición de un fulano que pregunta, sino el de toda la sociedad a conocer esa información.

No es difícil pensar mal de la justicia porque la más evidente de las hipótesis posibles de ese caso es la de un concurso de homicidios imprudentes debido a que la falta de cuidado de personas responsables de esa maniobra es la más explicable causa de las muertes porque no hay noticia siquiera mínima de la presencia de una cusa extraordinaria e imprevisible que sirva de excusa, y tampoco es razón para la omisión de investigación del caso el que se considere que esa maniobra correspondió a un comportamiento castrense institucionalizado porque la repetición de imprudencias no es razón para trivializar el resultado de una de ellas.

Espero equivocarme y decírselos en próxima columna, pero hasta el momento todo apunta a que como se trató de dos olvidables jóvenes rasos y a una probable imprudencia de buen rango en una institución cuya imagen toca proteger como sea, entonces mejor que las preguntas y las investigaciones no vuelen demasiado alto, porque a esta clase de poderosos normalmente nunca se les rompe la cuerda.

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LUIS MAURICIO URQUIJO TEJADA
Abogado penalista, docente universitario y conferencista en temas relacionados con la criminología.