lunes, octubre 14, 2024

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VIRTUD Y ERROR

Sin lugar a dudas Colombia es un país generador de noticias, no ha pasado el huracán, que más parece se quedó en una tormenta tropical, pues los partidarios no fueron capaces de nada, de la detención del expresidente y pronto excongresista Uribe, cuando de la noche a la mañana se desata otra que cobija a una de las empresas más grandes del país. (Me pregunto de qué escribirán los opinadores de Finlandia, Suiza, Noruega).

El escándalo suscitado por la renuncia masiva de la Junta Directiva de las Empresas Públicas de Medellín ha develado los hilos más sutiles del poder en la ciudad que se dice la segunda en importancia de la Nación.

La decisión acertada de Daniel Quintero Calle, el ambivalente, de empezar una demanda contra los contratistas del terrible descalabro financiero y civil de Hidroituango, debería haber sido aplaudido por la ciudadanía local y nacional, sobre todo cuando es claro que EPM, encabezada en su Junta Directiva por algunos de los renunciantes, ha venido en una serie de malas inversiones que le han costado millonarias pérdidas.

Pero al contrario de lo que se esperaría, la jugada de Quintero se ha convertido en la punta de lanza de ataques contra el mandatario, que hizo lo que por ley y ética política le correspondía.

Igual, tampoco se podía esperar una actitud diferente de los miembros de Junta Directiva renunciantes que hacen parte del empresariado y las esferas de poder, que ven hoy como un muchachito malcriado les mueve de su trono y los amenaza con una demanda que podría entrar a costar poco menos de 9.9 billones de pesos, cantidad nada despreciable incluso para la arcas de los poderosos.

Dirán los teóricos del discurso que el problema no es de contenido si no de forma, más coloquialmente se dirá que la dificultad radica en el “tonito” y no en lo que se quiere decir, pero independientemente de eso, el problema ahora es qué pretende hacer Quintero Calle con su actitud y cuál será el proceder del poder de la comarca.

Daniel, “el incomprendido”, ha demostrado su pedantería y egocentrismo en estos ocho meses de gobierno, ha peleado con quienes lo apoyaron, hace muy poco las mujeres de “Estamos Listas”, se apartaban del poder por los incumplimientos suyos con el grupo feminista, y los jóvenes protagonistas de su elección han ido en fila abandonando las cuadrillas de su mandato.

Se dice que escucha a muy poca gente (diré yo no a los más versados en el manejo comunicacional), y ha intentado de manera poco ágil, mantener a sus enemigos controlados con burocracia, que parece no ha sido suficiente para el voraz apetito. Tanto ha sido su fracaso en este último fin, que es secreto a voces la campaña que Centro Democrático, en cabeza de Ramos papá, ha iniciado para la revocatoria de mandato del alcalde de la ciudad. Empresa ésta que, si en un momento no contó con el apoyo del empresariado, hoy sí.

Por su parte el GEA sabe que cuatro años (en realidad menos de tres y medio) en la vida de una organización no es nada, seguramente ya estarán trabajando en el sucesor del ambivalente, uno que les devuelva sus cubiles de privilegio en las decisiones de ciudad, algo así como un Fajardo, pero mientras llega el momento se encargarán de ir acorralando a su nuevo mejor “enemiguis”.

En medio, como es costumbre, la ciudadanía, con varios cocos, el primero, quizás el más asustador, la privatización de la empresa de servicios públicos más querida en Colombia, el segundo, la quiebra de la misma, que vio su calificación de riesgo disminuida una vez estalló el escándalo, el tercero la aparición de un dictador, y el cuarto la llegada a la ciudad de la “derecha” de la izquierda petrista.

A cada quien le tocará decidir en qué creer y en qué no, a partir de las realidades evidenciadas. Por un lado, EPM es una empresa próspera, con un flujo de caja significativo que a cualquier grupo económico le interesaría, por el otro Daniel se ha evidenciado como un político que no es de aquí, ni es de allá, seguidores y contradictores le han buscado vínculos con los extremos ideológicos, semejanzas que él ha desmentido de palabra pero afirmado con hechos, ambivalencia, su principal característica. Pero en lo que todos coinciden es que el hombre hace lo que quiera sin escuchar a nadie, virtud, dirán unos, error dirán otros.

Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.