martes, octubre 8, 2024

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Uno de los mayores problemas de las ciudades grandes y medianas, es la movilidad. La facilidad de acceso a vehículos nuevos, la proliferación de plataformas que ofrecen servicio de transporte público brindado por particulares y el espacio que cada vez es más poco para construir nuevas vías o ampliar las existentes, además de la precariedad del servicio masivo de transporte, han hecho que los desplazamientos sean lentos.

Ante la situación los gobiernos locales han implementado medidas que buscan desestimular el uso de los vehículos particulares, incentivar el transporte masivo y el uso de medios alternativos como la bicicleta y las patinetas, todo acompañado de medidas restrictivas que tienen como fin reducir la carga vehicular para que la velocidad aumente.

Medellín como ciudad en desarrollo, padece el problema de la movilidad y para solucionarlo se ha invertido (erradamente creo yo) en fortalecer el sistema masivo de transporte y obviamente en reducir la carga vehicular con la ya cacareada medida del pico y placa.

Contra la medida del pico y placa son muchos los pronunciamientos en contra, sobretodo de los gremios que agrupan al comercio y últimamente de las insípidas asociaciones de servidores de transporte que prestan su servicio por medio de diferentes plataformas.

La verdad es que frente a la limitación de opciones esta medida restrictiva ha sido paño de agua tibia para atacar la enfermedad crónica, pero hasta el momento ha sido la única que arroja pequeños resultados, y esto un viernes en la tarde en la avenida regional dirección norte sur, créanme, es un alivio.

Como lo ha intentado hacer el alcalde Quintero con la mayoría de las medidas, con la instauración del nuevo modelo de pico y placa busca marcar diferencia con sus antecesores y valga la pena decirlo, no todas las medidas anteriores fueron malas, así muchas de ellas lo hayan sido.

Ahora resulta que quien pueda pagar poco menos de $38.500, podrá burlar el pico y placa y utilizar el vehículo particular sin ninguna restricción, lo que significa en pocas palabras la privatización del uso de las vías públicas.

Vaya golpe a la clase media, el sector social más aporreado siempre por las medidas impositivas y el objetivo, parece ser, de todos los gobiernos de independientes (cómo extraño un verdadero liberalismo, no el godo con vestido rojo), pero también, contradice el señor alcalde, su teoría de defender lo público, pues con esta medida a todas vistas impopular, lo que está haciendo el gobierno es permitirle a las personas que pueden pagar que lo hagan y a los que no, al mejor estilo de la alcaldesa de Bogotá: venda el carro mijo.

La medida también debe cuestionarse desde su objetivo. Si el principio del pico y placa es bajar la carga vehicular a las vías de la ciudad, como se logrará esto sabiendo que muchas personas, y de eso hay que estar seguros, tienen el recurso para pagar el impuesto por congestión que se impone desde 17 de enero de este año.

Es bueno recordarle a los medellinitas, que seguramente pagarán de manera amplia el impuesto por congestión, que toda carga impositiva en Colombia tiene el carácter de irreversible (como el 4 por mil), con lo que no nos extrañemos que independientemente de que sea para evadir la medida de pico y placa o no, los tenedores de carros prontamente tendremos un nuevo costo permanente.

Además, se ha demostrado, por lo menos en esta ciudad, que, para empresarios y personas con poder adquisitivo en general, el pago de impuestos no es un obstáculo para hacer lo que quieren, recordar por ejemplo el impuesto ambiental que creo la consigna de que “si tiene con qué pagar puede contaminar”, y efectivamente siguen las grandes chimeneas sin ningún control, el depósito de vertimientos contaminantes al rio Medellín sin más denuncias que los que hace el twittero @luisyepesb.

El decreto tiene otra arandela que pone a pensar el objetivo de la medida y es el levantamiento de ella a los taxis, con lo que por más números que se echen, la presencia de carros en la ciudad no disminuirá.

Con quién quiere quedar bien Quintero, con los taxistas, con los particulares que han hecho inversiones grandes en vehículos particulares para ponerlos a trabajar en las diferentes plataformas, o con los comerciantes que históricamente han criticado la medida porque atenta contra sus intereses o con todos.

Pareciera que Quintero con esta medida que a pocos beneficia ve otra forma de buscar adeptos para impedir su revocatoria.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.