martes, abril 16, 2024

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Ni parques ni bibliotecas

Un amigo que aprecio bastante me envió el siguiente articulo en su remisión me dice: “Lo que para algunos ha sido la gran gestión de nuestro «arboricida» alcalde, para otros, que poseen una mirada más universal del desarrollo cultural de las comunidades es un inútil despilfarro. Lee…»

Ni parques ni bibliotecas
Por Sergio Esteban Vélez
EL MUNDO.COM

Hace unas semanas, en mi papel de anfitrión de un destacado columnista del Sur del Continente, lo llevé a conocer los sitios más interesantes de Medellín, en los que incluimos los parques bibliotecas que estrena la ciudad.

Y, luego de examinarlos y explorarlos, mi amigo columnistaexclamó: «¡Pero si no son ni parques ni bibliotecas! No son parques, porque no tienen árboles, y no son bibliotecas, porque no tienen libros».Ante tal afirmación, cualquier paisa chauvinista podría sentir heridoel orgullo recientemente inflamado por la inauguración de estos nuevos referentes de la ciudad, pero, si los visita y les hace una valoración objetiva, muy probablemente terminará de acuerdo con el crítico evaluador. Con una inversión de más de 40.000 millones de pesos (dineros de EPM), se pensaría que estos lugares podrían convertirse en grandespropulsores de la Cultura en nuestros barrios. Sin embargo, sólo nosencontramos, aparte de los inmensos y vacíos corredores de concretosin estucar y de las ludotecas, con unas grandes salas llenas decomputadores y con otras muy pequeñas, con muy pocos libros (muchos de ellos no muy aptos para quien apenas se inicia en el camino de la pasión por la lectura). La biblioteca más robustecida es la de La Ladera, con 7.846 libros (la de cualquier colegio de clase media es más completa). En pos de compararlas con las de Bogotá, me tomé el trabajo, antes de escribir esta columna, de visitar las nuevas megabibliotecas bogotanas y, para sorpresa mía, que pensaba que estas eran las inspiradoras de los parques bibliotecas, me encontré con unas edificaciones maravillosas, con salas y más salas de libros de todas las temáticas.

La menor de ellas, la Virgilio Barco (con 15 floridas hectáreas y unainversión equivalente a la de dos de los parques bibliotecas) cuentacon más de 89.000 volúmenes y 115.502 usuarios, al mes. ¡Ustedespodrán juzgar! En un caso como este, uno podría preguntarse si valía la pena hacer una inversión de tal envergadura, en un parque biblioteca sin libros y sin árboles, en Santo Domingo Savio, en vez de instalar muros decontención, en aquella montaña, de la cual tantas casas se estáncayendo.Las zonas «campestres» de estas construcciones, más parecen patios,que parques, y, en el caso de la de La Ladera, es difícil que tantocemento crudo logre borrar la imagen depresiva que la comunidad tiene del lugar donde quedaba una prisión.

Si sabemos que la Arquitectura debe abordarse teniendo en cuenta una relación espacio-histórica-temporal, estas edificaciones, que parecen containers o bases militares, habrían podido hacerse con un diseño y unos materiales más propios de nuestra historia y de nuestra identidad. ¿Qué necesidad había de gastar millonadas, en moles de concreto de diseño antiestético y poco práctico?

Con esos recursos, si el Alcalde quería nuevos parques, habría podidocomprar manzanas enteras, en los lugares más contaminados de laciudad, y llenarlas de frondosa vegetación, o adquirir algunos de lospocos predios arborizados privados que quedan en esta urbe, paraconvertirlos en parques, antes de que los arrasen para levantaredificios, y, si quería bibliotecas, habría podido perfectamenteconstruir más de 100, en diversos sectores de nuestras comunas, a un precio de 400 millones cada una. (¡Una biblioteca de 400 millones es sumamente buena!) Sin duda, las comunidades afianzarían un mucho mayor sentido de pertenencia frente a estas bibliotecas barriales.Sin embargo, nuestra gente más humilde cuenta ya con una formidable red de bibliotecas públicas con magníficas colecciones que pueden utilizar y aprovechar. Están la Biblioteca Pública Piloto (la segunda más importante del país) y sus 6 filiales, las 3 bibliotecas populares, las 8 de la Secretaría de Cultura y las 12 del Área Metropolitana. Sin contar las excelentes bibliotecas que diversas entidades privadas han abierto para la comunidad. Las de Comfenalco, por ejemplo, son muy desarrolladas y viven repletas. Y ni hablar de las de Comfama, ¡que tienen más de 270.000 volúmenes! Nuestros niños y jóvenes, por su parte, se han visto beneficiados, desde hace muchos años, por las nutridas bibliotecas que hay en cada uno de los colegios públicos de la ciudad.

Y en cuanto a la apropiación que la comunidad está teniendo de losparques bibliotecas, me comentaba una escritora que, cuando sedisponía a donar algunos libros para uno de ellos, indagó a labibliotecaria, al ver la sala de lectura absolutamente vacía, sobre laregularidad y calidad de los lectores de la misma, a lo cual lerespondió: «Aquí vienen los niños, a la ludoteca; algunos muchachos, a ver páginas de internet, y unos pocos ancianos, a leer sólo la prensa».
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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.