jueves, junio 12, 2025

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¡LUCHO! ¿QUÉ HACÉS AHÍ?

Por: ADOLFO LEÓN OSPINA MEJÍA

Este debió ser el grito que su madre le hizo al exalcalde de Bogotá y hoy precandidato presidencial por los trillizos (quiero pensar que no se trata de una banda delincuencial), Luis Eduardo Garzón. Confieso que si alguien me hubiera preguntado que en el remoto caso de votar por quién lo haría, habría respondido que por Lucho, hoy sin dudarlo respondería que no existe ni siquiera la más remota posibilidad de participar en el circo de la democracia colombiana, (claro Mónica, ante todo sos mi amiga).

Y es que en mi cabeza no encuentro una explicación diferente a la de la conveniencia en ese tipo de alianzas, afán de poder a cualquier precio, sin importar ideologías, filosofías, ni los ilusos votantes, que en el caso de ellos tres, por el cuento ese de que son independientes y de que sus votos son de opinión, debería ponerlos a pensar.

No entiendo, y soy reiterativo porque no entiendo nada, cómo un oligarca como Peñalosa, quien en su periodo de alcalde embelleció a Bogotá, eso sí, desde la Jiménez hacia el norte, por su condición, se une con Lucho que trabajó insistentemente por la Bogotá del sur y con Mockus que dio muestras fehacientes de honradez administrativa y de cómo desde la pedagogía y la filosofía se puede intentar hacer algo nuevo. Uno, el primero, se dio pantalla a sus anchas en los medios de comunicación con cada obra, el otro quedó en la memoria de los capitalinos por su “Bogotá sin Indiferencia” y el tercero por sus campañas para crear una nueva ciudadanía. Y no doy más vueltas, Peñaloza y Mockus pueden unirse a quien tengan en buena fe, pero Lucho, líder sindical, miembro honorario de la guerrilla (estuvo acusado de pertenecer al ELN), no puede unirse a la derecha de este país, que en cabeza de estos señores, entre otros pecaditos, incrementaron descaradamente los costos de las matrículas en la Universidad Nacional y crearon el Transmilenio pagando costosas lozas que poco tiempo después se habían deteriorado a tal punto que colapsaron la movilidad bogotana.

Y es aquí donde la democracia vuelve a mostrar su verdadero rostro, haciendo uniones perversas, no pueden llamarse de otra manera, arrojando a la basura cualquier tipo de principio bien sea ideológico, filosófico, social… Éste es un muy buen truco del sistema y de la clase dirigente del país, que prefiere mostrar su descaro antes de entregar el poder, y si es por las buenas, es decir sin matar a nadie, mucho mejor.

Qué credibilidad puede tener un candidato que hace monerías de ideología en ideología sin importarle nada, qué podemos esperar de personajes que han sacrificado la confianza de sus votantes por intentar agarrarse de manera firme al poder. Valga la pena aclarar que esto no ocurre sólo en las listas de la izquierda, los otros políticos han sido más hábiles aún y han logrado fusionar en una sola filosofía a los partidos tradicionales, quiero decir con esto que en el país del sagrado corazón no hay diferencia entre rojos y azules, y mucho menos entre aquellos movimientos –de garaje- que marchan al lado del que tenga el poder. Ha llegado a tanto su cinismo que han legalizado la práctica del cambio de partido político, creando el llamado “voltearepismo”.

No, la democracia tiene que ser mucho más que ir un día cada cuatro años a una urna y elegir a unos personajes, algunos ni simpáticos siquiera, que lo que hacen en el poder es seguir unas directrices trazadas con anterioridad, sin importar el trascurrir de la realidad del país. No podemos pensar que el sistema, perfecto como lo es, nos de la herramienta para modificarlo o reemplazarlo por otro menos perverso.

Cuando votamos, entramos en el engranaje del sistema y generamos un piso de legitimidad a los gobernantes que les permite realizar lo que a bien tengan (pactos con los paras o con la guerrilla, financiamientos con dineros ilícitos y hasta masacres), si votamos le diremos a las cortes que no se ha justificado el intento de depurar la política. Ya los altos magistrados han cumplido con su responsabilidad, ahora nos toca a nosotros, no los defraudemos. Abstengámonos de votar, que en la próxima cita “democrática” la consigna sea la de deslegitimar el sistema político colombiano. Que tantos robos, muertos, secuestrados y desaparecidos forzados, crímenes de Estado y demás pilatunas democráticas, no queden en el rincón más escondido de la memoria colectiva de los colombianos, que nuestra voz, como ciudadanos, sea tenida en cuenta desde la realidad y no desde unas marchas que más se asemejan a caminadas recreativas que a verdaderos actos de revolución.
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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.