Aunque los fajaralonsistas se jactan hasta el cansancio en trasbocar cuando tienen la oportunidad, de no realizar prácticas politiqueras y electoreras, otra cosa, explica el objetivo de la reunión a puerta cerrada que tuvieron los Secretarios de Despacho de la Alcaldía del Desagradabilísimo, con el ortopédico aspirante a la Gobernación de Antioquia por el Partido Verde, Sergio Fajardo Valderrama.
Resulta que en uno de los auditorios de la Torre Norte del Centro Comercial San Diego, se reunieron los titulares de despacho de la Administración municipal con Fajardo, con el fin de conocer cuáles son los servidores y funcionarios públicos que renunciarían a su cargo a partir del primero de febrero con miras a sumarse a la campaña del Faraón.
En el encuentro, Fajardo, cuestionó a sus áulicos sobre su mal comportamiento puesto que, según él, se convirtieron en grandes burócratas y se han engolosinado con los favores del gobierno, y que además, era necesario contar con su compromiso en la nueva campaña a la Gobernación de Antioquia.
Cuando Fajarkamón, preguntó quiénes iban a renunciar, se sintió un silencio sepulcral, nadie alzó la mano. El único que se atrevió a mencionar algo, fue ese pobre hombre maltratado por la prensa digital, Jesús María alias “Chucho” Ramírez, Director de Metroseguridad para ratificarle a su jefe, que estaba muy contento transportándose en carro oficial.

Para que le explicara, por qué razón, causa, efecto o circunstancia, se calificó de “indecisa” a la Concejala de Medellín por el Partido Conservador María Mercedes Mateaos en este medio al terminar el año pasado, me abordó una de sus asistentes personales.
La indecisión, es la falta de decisión. El indeciso es aquella persona que sobre una cosa o hecho no ha caído en resolución. El indeciso, es una persona perpleja, irresoluta, y que además, tiene dificultad para decidirse sobre algo.
Eso fue lo que pasó días antes de la elección de la nueva Mesa Directiva del Concejo de la ciudad el año pasado. Había indecisión sobre la elección o más bien, reelección de la Secretaría General, debido a las “indecisiones” más políticas que administrativas de algunos y algunas integrantes de la tropa azul, pero la decisión de «La Mona» Rendón, ubicó a los indecisos…

Al parecer, es el desespero lo que está llevando al aspirante a la Alcaldía de Medellín, Gabriel Jaime Rico a cometer errores de estrategia política en su campaña electoral.
Muy cuestionados, quedaron periodistas, e incluso sus compañeros de competencia electoral a la Alcaldía de Medellín, con su actitud en la reunión la semana anterior en el periódico El Colombiano. Se conocieron más datos sobre el encuentro.
A ninguno de los asistentes al encuentro les gustó que Rico, hubiera sacado del salón que le prestaron en el periódico, a los periodistas que estaban cumpliendo la función de anfitriones.
Tampoco, caló que Gabriel Jaime, a través de una suspicaz invitación a tinto, hubiese propuesto definir las reglas del juego para la obtención del aval por el Partido de la U, sin contar con los jefes naturales, los senadores Germán Hoyos y Juan Carlos Vélez; y varios Representantes a la Cámara de dicha colectividad.
Además, lo que también le sonó salido de tono, fue haber menospreciado la aspiración a la Gobernación de Roberto Hoyos. Sabemos que no llega, pero esa clase de cosas no se pueden decir ni a palos…

Por: Adolfo León Ospina Mejía
Que separemos los residuos, que ahorremos agua, (mientras el Municipio de Medellín lava con manguera los pasamanos de los puentes), que cuidemos los árboles y el Área Metropolitana tala a diestra y siniestra, que utilicemos el transporte público y no el particular, que la locura del clima obedece al calentamiento global y que todos debemos aportar nuestro granito de arena para reducir los índices de contaminación y una larga lista de etcéteras, son las invitaciones para contribuir la salud ambiental.
Sin embargo, y sin dejar de reconocer que la contaminación es un asunto de todos, la verdad está muy lejos de que cada uno de los individuos separe los residuos orgánicos de los inorgánicos o de que tire al piso la basura. El asunto ambiental debe ser abordado desde los países donde las prácticas ambientales brillan por su ausencia, (pensar por ejemplo en Dinamarca y Japón y su sangrienta matanza de ballenas), y desde las grandes empresas.
Precisamente, hablando de la responsabilidad ambiental empresarial, se empieza a conocer un concepto que nos debe hacer reflexionar en torno al futuro del planeta y por supuesto de la existencia de los seres vivos que en ella habitamos: LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA.
La obsolescencia programada es aquella conducta empresarial que consiste en poner vida útil (corta) a los diferentes productos con el fin de que haya un consumo masivo que representa una producción masiva y por lo tanto crecimiento económico. Esto, además de ser un problema ambiental es un problema económico y político que implica casi un cambio en el modo de producción y de vida de la sociedad actual. Televisión española realizó un documental en el que cuenta la historia de este concepto y al mismo tiempo cuenta la historia de algunas personas que se están oponiendo a esta práctica.

Por: Jaime Alberto Puerta Cano (*)
Finalmente el gobierno del presidente Santos decidió incrementar en un 4% el salario mínimo con retroactividad al 1 de enero para el beneficio de cerca de 4 millones de colombianos. Se tuvo en cuenta la inflación de 2010, que cerró en 3,17%, superando la expectativa del 3%. Ello quiere decir que cada uno de estos colombianos recibirá un sueldo aumentado en $20.600, para un total de $535.600 aproximadamente.
Aunque ciertamente el aumento no es suficiente para mejorar la capacidad adquisitiva de los colombianos que ni siquiera cuentan con el llamado Mínimo Vital (Dos salarios mínimos), es un gesto interesante el gobierno Santos. Lo que habría que determinar es si obedece más a una estrategia política para ganar popularidad (aunque la pierda ante los empresarios que tanto apoyó Uribe) o si por el contrario responde a una verdadera conciencia social y de redistribución del ingreso, o por lo menos a una clara orientación de política macroeconómica.
Me inclino a pensar que el presidente Santos y su ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverri, son conscientes de que la situación económica mundial no es la mejor para un país que en los últimos años de ha volcado al comercio exterior, pese a lo poco competitivo que resulta transar en dólares (por lo de la devaluación de esa moneda, o lo que es lo mismo, la revaluación del peso).
Es de pensar entonces que el equipo económico del gobierno incrementó el salario mínimo algunos puntos por encima de la inflación, no solo teniendo en cuenta el desborde del costo de la canasta familiar (seguramente debido a en gran parte a los efectos del invierno, especialmente en la producción y comercialización de alimentos), sino también como una medida para incentivar de alguna manera el mercado interno.
Pese a que indudablemente ese incremento salarial encarece los costos de los empresarios colombianos, que orientados al comercio exterior pierden competitividad frente a sus colegas de otros países que tienen una mano de obra más barata, ese aumento por encima de la inflación causada puede verse como una forma de dinamizar la economía desde adentro, dado que el panorama externo no ofrece muy buenas perspectivas. Hay focos importantes de inestabilidad en los Estados Unidos (alto desempleo) y Japón y en algunas economías emergentes, lo que ha llevado a una fuerte desaceleración del ritmo de actividad global que, a su vez, ha venido intensificando por las crecientes interdependencias económicas y financieras. Sin contar también los efectos del invierno en Brasil, Australia, China y Europa (heladas).
Sin embargo, ese incremento salarial y los consecuentes mayores costos para los empresarios, no tienen por qué traducirse en más informalidad y desempleo. Eso no sería de buen recibo para un gobierno que ha calado bien en los diferentes estamentos y que tiene todas las intenciones de hacer las cosas bien, y que además tiene montado un ambicioso plan de generación de dos millones de empleos y formalización de otros 500.000.
Sólo resta esperar que esos $20.600 de aumento en el salario básico, no estén ya absorbidos por las consabidas alzas de comienzo del año (gasolina, transporte, educación, etc.)
(*) Comunicador Social-Periodista, ganador en dos ocasiones del Premio Anif al periodismo económico. Realizador del programa Empresarios Al Día, Director del Noticiero Últimas Noticias de Ondas de la Montaña. Actualmente cursa el pregrado de ciencia política en la U de A.