viernes, marzo 29, 2024

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A QUÉ JUGAMOS

ospinandoPor fortuna para los colombianos el proceso de desarme del grupo guerrillero de las FARC vuelve a captar la atención de los medios de comunicación, poniéndolo en los primeros puntos de la agenda nacional.

Esta vez ha sido motivado por la participación de nuevos mandos del grupo subversivo en la mesa de negociación, mandos estos que se han caracterizado por su crudeza en el campo de batalla y por la desafortunada recordación que causan en la memoria colectiva.

A la polémica presencia de los nuevos miembros negociadores de la guerrilla se suman las declaraciones del Fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre, quien después de una reunión sostenida con su par de la Corte Penal Internacional (CPI), Fatou Bensouda, planteó que ese organismo multilateral, no permitirá bajo ninguna premisa impunidad para los mandos de la guerrilla.

El asunto, que como sabemos es uno de los más controversiales, no puede convertirse en la razón para interrumpir o terminar los diálogos. Para nadie es un secreto que en toda negociación ambas partes tienen que renunciar a algunas exigencias para llegar a acuerdos y este proceso que enfrenta dos opositores poderosos no es la excepción.

Bajo ningún punto de vista podremos reconocer que el gobierno ha entregado principios fundamentales del Estado. Por su parte es necesario que se piense en la guerrilla como un poderoso opositor en términos de su fuerza militar, histórica y económica, (sea cualquiera su origen: secuestro, narcotráfico), y se recuerde que en un momento determinado de los 60 años del conflicto, el grupo armado copó militarmente las goteras de la capital del país.

La región del Sumapaz, con una ubicación geográfica de vital importancia estuvo bajo el control guerrillero, así mismo en gran parte del sur de Colombia había hegemonía de las FARC y con estos antecedentes, pretender ahora que, vía negociaciones, sus cabecillas simplemente se entreguen es, por decir lo menos, improbable.

El hecho de que la guerrilla se haya sentado a conversar una posible terminación negociada del conflicto evidencia que en su interior han evaluado lo absurdo de continuarlo por la vía militar, pero ello no significa que estén dispuestos a abandonar su proceso como si hubieran sido derrotados, hecho este último que está muy lejano de ser cumplido.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.