La ola de calor que afecta a Afganistán y que a la fecha ha costado la vida de más de 1000 de sus habitantes, es otro de los muchos campanazos de alerta que ha tañido la naturaleza sobre su destrucción.
Organizaciones no gubernamentales y gobiernos en general, se han manifestado en favor de tomar medidas que favorezcan un mayor cuidado del planeta, en torno a la reducción de formas de contaminación y el aumento de controles a las industrias que generan destrucción de bosques y ecosistemas vitales para el hombre. Sin embargo los esfuerzos han sido infructuosos frente al poder del dinero y las industrias que lo generan.
En este contexto y esperando que su poder político tenga más eco tanto en sus seguidores como en los Estados donde tiene un arraigo mayúsculo, el Papa Francisco, generó su encíclica. Otro pronunciamiento suyo que causó polémica.
En una bella misiva, digna de ser leída con predominio de la función poética, Francisco hizo un llamado a seguidores y no de la religión católica a cuidar “(…) por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba (…)”.
Lo interesante de la encíclica de Bergoglio se lee en la intensa fuerza política que expresa con sus palabras. Un enfático llamado a cambiar las costumbres consumistas de la sociedad actual, (coincidente con el expresidente uruguayo Pepe Mujica) que puede entenderse como la eliminación del sistema económico que nos regenta, de hecho, dos de los capítulos de la carta del Papa se refieren específicamente a eso, el IV. “Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social” y el “V. Inequidad planetaria”.
Como ha sido su costumbre, el actual Papa intenta también incluir a los seguidores de otros credos religiosos para generar una causa común en la defensa de la naturaleza citando las palabras del Patriarca Bartolomé quien “(…) se ha referido particularmente a la necesidad de que cada uno se arrepienta de sus propias maneras de dañar el planeta, porque, «en la medida en que todos generamos pequeños daños ecológicos», estamos llamados a reconocer «nuestra contribución –pequeña o grande– a la desfiguración y destrucción de la creación» (…)”
La encíclica papal denominada “Laudato si” no ha dejado de conmocionar al mundo católico, sobre todo si se tiene en cuenta que esta iglesia (y en general las religiones) no se ha caracterizado por su preocupación por la naturaleza, de hecho planteamientos como la prohibición de la planificación familiar contradicen la actual política papal, en cuanto que uno de las mayores problemáticas de la humanidad se relaciona directamente con la superpoblación.
Se sabe de los grandes enfrentamientos que en estos momentos la iglesia Católica atraviesa por los pensamientos revolucionarios de Francisco, sin embargo esperemos que en una causa tan noble y justa como ésta, todas las fuerzas tiren para el mismo lado.