jueves, marzo 28, 2024

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LAS OPCIONES

cmmEl exdirector del Área Metropolitana y exprecandidato a la Gobernación de Antioquia, Carlos Mario Montoya Serna obtuvo cerca de 300 votos en la Convención para la escogencia del candidato único por los conservadores, sufragios que para la expectativa que se generó son absolutamente pobres.

Solo en la plaza, pero literalmente solo, a Carlos Mario Montoya le tocará dejarse llevar por sus viejos jefes políticos y amigos más cercanos para intentar elegir candidatos a la Alcaldía y Gobernación con opción de poder que le permitan en el próximo periodo 2016-2019 figurar en el sector público en un cargo de nombramiento a dedo para no desaparecer del escenario público.

Lo claro de la situación de Montoya es que es uno de los conservadores que no irá a parar en la campaña al gobierno seccional de Luis Pérez ni tampoco a la de Liliana Rendón por Centro Democrático.

Con Pérez nunca ha tenido química, y con Liliana tampoco hay coincidencias puesto que es la “niña mimada” del exgobernador Luis Alfredo Ramos permanente contradictor del viejo jefe político de Montoya, Don Fabio Valencia Cossio, así hayan comido en el mismo plato del uribismo.

Más fácil, Carlos Mario, podría apoyar la campaña a la Gobernación de Federico Restrepo, el candidato del oficialismo fajardista, con quien a través de su otro jefe el Alcalde Aníbal Gaviria, se ha entendido.

Con respecto a las campañas para la Alcaldía de Medellín, Montoya Serna, si es obediente tiene más posibilidades. Con el candidato Gabriel Jaime Rico, hubo conversaciones e inclusive compromisos en caso de haber ganado la Convención, hay química, y además, han trabajado juntos.

Eugenio Prieto, el candidato de los liberales es otra opción, si se tiene en cuenta que también es protegido del Alcalde Gaviria, y ahí, entre esa melcocha, entre godos y libertarios se han entendido.

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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.