viernes, julio 26, 2024

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EL NUEVO COCO

Los recientes bombardeos del ejército sobre cultivadores de coca en los municipios de Argelia en el Cauca y de Briceño en Antioquia, y que a la fecha han dejado sendos muertos tienen dos posibles y preocupantes lecturas.

Por un lado aparecen las especulaciones sobre el eventual ocultamiento que podría estarse generando de enfrentamientos entre el ejército y la guerrilla de las FARC, y se utilizan los bombardeos a los campesinos como cortina de humo para evitar empantanar el avanzado proceso de desmovilización del grupo al margen de la ley, que según fuentes gubernamentales y algunos miembros de la mesa de negociación en la Habana, han cumplido al pie la tregua unilateral, a la que la presidencia Santos ha respondido con disminución en los bombardeos aéreos.

La otra lectura, que es por la que me inclino completamente, tiene que ver con una serie de sucesos que se vienen dando en el país, todos relacionados con el narcotráfico y el aumento en los cultivos de coca que se presenta en los últimos días, sucesos a los que se les ha dado un despliegue mediático de proporciones mayores .

Se deja ver de nuevo la maquiavélica estructura política de Colombia trabajando, esta vez, en la fabricación de un nuevo enemigo común, que entre a reemplazar a las FARC como culpable de todo lo sucedido en el país.

Lo que parece absurdo está justificado en la necesidad histórica que han tenido los grupos dominantes de diferentes naciones en generar grandes enemigos comunes que justifiquen sus decisiones, sus grandes gastos militares y su presencia “indispensable” para acabar al enemigo.

Fue el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, quien mejor explotó al enemigo común, logrando que todo un país aceptara sus actuaciones, muchas de ellas antidemocráticas en procura de salvar la patria del enemigo.

Habilidosa estrategia de las familias que ostentan el poder político y financiero en el país y que no están dispuestas bajo ninguna circunstancia a entregarlo, menos en estos momento en que la salida de las FARC del contexto nacional, abre un sinnúmero de posibilidades para explotar la nación no sólo desde la perspectiva turística sino, y más lucrativa aún, desde la explotación de los recursos naturales (incluyendo el agua) que abundan en las zonas más alejadas de nuestro territorio dominadas en un momento por el grupo insurgente.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.