Al sentarme rutinariamente a leer el periódico de los domingos, recuerdo que don Antonio, el profesor de español sentenciaba: “para la próxima clase el suplemento dominical del domingo anterior” Y comenzaba la búsqueda implacable de vecino en vecino, de familiar en familiar, de compañero en compañero. Algunos, que ya conocíamos que el periódico se convertiría en un texto escolar más, hacíamos contrato a un año: Yo vengo por el periódico todos los lunes ¿sí?
Por intermedio de los especiales literarios y en general artísticos de los periódicos dominicales me acerqué al fascinante mundillo del arte en general, valga la pena el reconocimiento a don Antonio, el profesor de español que me “obligó a leerlos”, a ver el mundo desde otra perspectiva.
Hoy tales suplementos no existen, o si algún periódico lo tiene no es especializado en arte, sino en turismo, salud, farándula qué sé yo. La prensa escrita se ha convertido en teleinformativos amarillistas que publican la foto más impactante o informes que obedecen al instructivo de los grupos empresariales dueños del medio.
Difícilmente algún periódico hace un trabajo más profundo que una entrevista a algún creador o a una insulsa agenda sobre el arte y la literatura en las ciudades más importantes de Colombia.
El periodismo escrito ha tomado como modelo el televisivo, pero de él ha extractado su banalidad y ha descuidado el tratamiento profundo y analítico que de diversas noticias se puede hacer desde la escritura.
Hubo un momento en que la prensa escrita fue la alternativa informativa a la que se podía recurrir. Hoy, así como la radio y la televisión, hay que leer todo lo que aparece en ella con beneficio de inventario y entender que la objetividad informativa depende del bolsillo que costea la nómina del diario.
Igual que sus dos oponentes mediáticos la prensa escrita ha olvidado su función social. Recordar aquellas tardes y noches buscando el suplemento, me hizo pensar en cuántos le debemos a ellos y a los profesores que nos hicieron leerlos, lo que hoy somos, y con tristeza pienso en la nuevas generaciones que se privarán de coger esos cuadernillos con pasatiempos, con relatos de los mejores que de no haber sido así nunca se hubieran conocido, o los artículos que con profundidad analizaban la movida cultural nacional e internacional
Sí. Hasta en eso se nota el desgaste de los medios de comunicación, que más que informativos, son mandaderos políticos y económicos de los grupos empresariales a los que pertenecen.