viernes, julio 26, 2024

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COPA ROTA

coparotaHace un par de días conocí personalmente al periodista Luis Fernando Ospina, quien por varios años dirigió la columna “De buena fuente” del periódico El Colombiano.

En una corta conversación en el Juan Valdés del Centro Comercial Oviedo, Ospina ratificó lo que personalmente pienso es el mayor valor que puede tener un periodista.

Serio y bien vestido, con más de una pulsera de cuero, Luis Fernando me confirmó que las fuentes de información son el éxito de un buen periodista y para ello se debe recorrer el largo camino de la construcción de confianza.

El periodista Luis Fernando Ospina es otro de los colegas que padeció la inexperiencia de Marta Ortiz, Directora del periódico de La Ayurá, hecho que confirma una de las columnas de Doña Ana Mercedes Gómez Martínez quien renunció a su publicación en su propio periódico para convertirse en nueva bloguera…

DESDE EL ASFALTO

LA GOTA QUE REBOSÓ MI COPA

5527f17b8f653ab2e1a1ee4156284142Por: Ana Mercedes Gómez Martínez

Una vida sin sueños no es vida. Siempre lo he dicho: Los sueños, más que los pensamientos, son el motor de realidades nuevas. Ahora me ha llegado el momento de hacer realidad muchos que había aplazado: escribir sobre la Ética periodística, crónicas de tantas cosas que me ha tocado vivir en tantos años de existencia que el Señor me ha regalado. Muchas de ellas, duras, muy duras. Otras muchas, amables, muy amables. Todas: inolvidables. Cómo no recordar el caminar con unos papás que dejaron en mí una huella imborrable. Él, con su serenidad imperturbable, su responsabilidad social, su amor por la docencia, el periodismo y la política limpia y austera, la tolerancia con las ideas distintas y distantes. Recuerdo que decía siempre, pero con mucho énfasis en la época llamada La Violencia, cuando yo era una niñita que ni siquiera había empezado kínder: “Matarse por política es un absurdo”. Ella, con su alegría de todas las horas, su humor, su don de gentes. Ambos, con su espiritualidad, su respeto mutuo, la vida austera, la solidaridad, la vocación de servicio, la sencillez, el consejo oportuno y desinteresado y el trato amable con todos: encumbrados personajes o los seres del asfalto. Con una generosidad que les llevaba a compartir lo que eran, sabían y tenían con quien necesitara su dulce compañía, sus conocimientos o su apoyo económico. Y todo en silencio para que, como dice el Evangelio: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”.

De ellos y de los Calixtos, esos amigos de siempre que tanto me ayudaron: El Padre Gustavo Vélez Vásquez y Beatriz Restrepo de Echavarría, aprendí que todos nos equivocamos y que lo importante es aprender del error para no volverlo a cometer. También, que a quienes uno dirige y se equivocan, se les hace ver su yerro en privado y se les da la oportunidad de enmendarlo. Que si vuelven a fallar se les aplica una sanción proporcional a la falta. Y que si hay que prescindir de alguien, se hace en silencio para no destrozar ni su vida personal ni profesional.

Como no estoy de acuerdo con el modo como han sacado a tantas personas maravillosas del diario que dirigí por más de veinte años, José Samuel Arango y Luis Fernando Ospina, entre ellos, prefiero salir yo también a hacer realidad mis sueños. Quizá vuelva, si llega el momento propicio. El tiempo lo dirá.

La gota que rebosó mi copa fue el escándalo que hicieron con el error único cometido por la excelente periodista Diana Carolina Jiménez y el mensaje de despedida del que considero el mejor fotógrafo de Colombia, Henry Agudelo, ganador del World Press Photo, el Nobel de los reporteros gráficos y muchos otros premios internacionales y nacionales. Llevaba 17 años en El Colombiano, después de haberse formado en El Mundo y El Tiempo.

El error de Diana Carolina fue sobredimensionado, es decir, le dieron una dimensión que no merecía. Ella lo reconoció y, ante el escándalo público que le montaron, renunció. Pero como si fuera poco, fue objeto de un editorial y dos comentarios del Defensor del Lector, publicados en tres domingos consecutivos. Yo contraté a Diana Carolina, después le hice el seguimiento al postgrado que cursó en Ciencia Política en EAFIT, bajo la dirección del doctor Juan David Escobar Valencia.

Fue, entonces, cuando surgió una vacante y la promoví al cargo de Editora Internacional. Con sus conocimientos y dominio del inglés, supo usar las nuevas tecnologías comunicacionales para hacer entrevistas con personas en cualquier lugar del mundo, convertido en “la aldea global”, como lo predijo Marshall McLuhan. Mencionaré unas pocas, advirtiendo que muchas de ellas son las únicas que ha hecho un diario colombiano: Ban Ki Moon, Secretario General de la ONU; Park Geun-hye, Presidenta de Corea del Sur; Albie Sachs, líder contra el apartheid en Suráfrica, Magistrada de la Corte Constitucional en el gobierno de Mandela y símbolo de la paz y reconciliación mundiales; Yara Khalil, quien escapó de la muerte por parte del Estado Islámico y está refugiada en Turquía; Aldo Cívico, de la Universidad de Rutgers, Estados Unidos, experto en resolución de conflictos; Alejandro Merkt, soldado hitleriano que hoy vive en Envigado; y muchos más. Estados Unidos la invitó a conocer de cerca sus instituciones; son pocos los invitados.

De nuevo me despido de mis lectores. Podrán leer algunos comentarios esporádicos en:

  • Blog: desde-el-asfalto.blogspot.com.co
  • Twitter: @gomezanam
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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.