viernes, julio 26, 2024

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DE GUAYABERA BLANCA

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Con la noticia de que el cura párroco de la iglesia del parque de Belén (barrio del suroccidente de Medellín) había agredido verbalmente a una mujer que repartía volantes de apoyo al plebiscito del próximo domingo 2 de octubre, nos levantamos este 26 de septiembre. La noticia no tendría tanta trascendencia si el ambiente no estuviera tan crispado entre los que apoyan y los que no, la refrendación de los acuerdos de paz y si hoy no fuera el día escogido por las partes para firmar esos acuerdos.

Y es que durante todo el día se oyeron los ecos a favor y en contra del proceso, el acto simbólico y la refrendación de las negociaciones entre el gobierno y las FARC: “Es un show mediático” decían unos, “le van a entregar el país a la guerrilla”, decían otros, “es el camino para el progreso de Colombia”, replicaban y en fin, tantos mitos y realidades resonaron hoy como ciudadanos abrieron la boca.

La verdad es que en un acto sobrio, con el acompañamiento de algunos Jefes de Estado y personalidades de los entes multilaterales, el Presidente Santos abrió una puerta que representaba el cambio y Rodrigo Londoño, el ex Timochenko, ofrecía en nombre de las “FARC-EP sinceramente perdón a todas las víctimas del conflicto.

banner_punto_de_vistaLos ojos se aguaron cuando un grupo de “canta’oras” de Bojayá, población que sufrió uno de los actos más crueles del conflicto, entonaron con sus voces dulces, que arrastran el sufrimiento de una de las comunidades más golpeadas, una alabanza pidiendo ayuda divina para que lo sucedido no se repita nunca más.

A los anaqueles de la historia colombiana, como una simpática pero significativa anécdota, pasará el susto que vivió el jefe máximo del grupo subversivo, cuando rememorando al Mauricio Babilonia y sus mariposas amarillas, de Gabriel García Márquez, un avión militar le recordó con su fuerte estruendo lo que son los combates en el monte: «Esta vez venía (el avión) a saludar la paz y no a descargar bombas», bromeó.

Todavía nos queda una semana de ires y venires, de dichos y des-dichos de síes y noes, pero en el ambiente ya se siente la desaparición de la guerrilla más antigua de América que en poco o nada cambiará la realidad de millones de colombianos que vivimos en las ciudades, pero que seguramente le dará una oportunidad a los que sí sufrieron el diario vivir de un conflicto que dejó más de siete millones de desplazados y cientos de miles de desaparecidos y muertos.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.