martes, marzo 19, 2024

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PATOLOGÍA SOCIAL

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El problema de la seguridad en Medellín, una de las banderas del gobierno de Federico Gutiérrez trasciende, desgraciadamente, para los habitantes y para el mismo Alcalde, de un asunto policial.

Nuestra historia, marcada a sangre y fuego por las bandas de narcotraficantes, determinan la percepción de seguridad que tenemos, dejando evidente la enfermedad social que atravesamos, y que deberá ser combatida al igual que la delincuencia misma.

Esta patología social genera que los habitantes de la capital de la montaña acuñemos términos que calan en el inconsciente colectivo de manera malsana como el de la “donbernabilidad”, para determinar el poder de la delincuencia en un momento determinado, incluso sobre la autoridad legalmente establecida.

Mientras no se combata al mismo tiempo esta patología que ha hecho metástasis en gran parte de la comunidad medellinense, intentos completamente bien intencionados como los contemplados en el decreto 1765 del pasado 16 de noviembre por el cual “se prohíbe la fabricación, el almacenamiento, la venta, la comercialización, la distribución, el transporte, el uso, el porte y tenencia, de toda clase de fuegos artificiales, al aire libre y en espacios cerrados, de luces pirotécnicas o de salón, de pólvora fría, globos y fuegos pirotécnicos en general”, pasarán a engrosar los empolvados estantes de la alcaldía de Medellín.

Lo sucedido el pasado primero de diciembre muestra el alto grado de complacencia de la comunidad en general con las bandas y al mismo tiempo el desconocimiento de la autoridad legalmente establecida, pues la tan aburridora y jarta alborada navideña, herencia maldita del narcotráfico, no se dio en su plenitud pero por las órdenes “solidarias” con el accidente aéreo, emanadas de los combos que dominan el territorio paisa y no por el cumplimiento del decreto.

Llega a tanto la injerencia alcanzada por la criminalidad en la comunidad de Medellín, que incluso algunos medios de comunicación, publican como verdad lo que los combos dicen por las redes sociales.

La pólvora sigue sonando, en la noches se puede avizorar cómo desde las partes altas de la ciudad se lanzan cohetes y se generan fuertes explosiones, con las que los combos expresan su oposición a ser exterminados.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.