sábado, abril 20, 2024

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EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y…

La constitución de 1991 decretó a Colombia como un país laico al determinar la libertad de credo, lo que significa la existencia en igualdad de condiciones de cualquier tipo de religión, pero cualquiera sea absolutamente independiente de la dirección del Estado. Este principio es el que hoy permite, en teoría, que los colombianos tengamos igualdad de derechos independientemente de la religión que profesemos.

Las ventajas de la laicidad de un Estado son infinitas, para ejemplificar lo contrario sólo mirar algunos países cuya forma de gobierno está ligada a su religión oficial, y quienes representan la religión son igualmente representantes del gobierno, es más, son el gobierno.

Sin embargo, tal parece que muchos políticos del país no valoran en lo absoluto las ventajas de la independencia de estas dos instancias, por el contrario intentan a toda costa romper esa separación y poner el Estado al servicio de un credo religioso determinado.

El intento de aprobación del referéndum que pretendía echar atrás la adopción por parejas del mismo sexo, solteros y viudos, es un campanazo de alerta frente al peligro que afronta el país en su cimiento más estructural, por la presencia de políticos que pretenden tomarse el gobierno para sembrar la hegemonía de un culto determinado.

El asunto no es independiente, ni terminó con la negación de dicho referéndum en el congreso. Ya en el segundo semestre del 2016, Uribe, expresidente del, por fortuna ya no país del Sagrado Corazón de Jesús, recurrió a diversas iglesias para, en un mundo de inexactitudes y mentiras, se votara negativamente el referéndum por la paz, causando con ello la primera gran crisis de los acuerdos de la Habana. Igualmente, con la convención de su partido político realizada el mes anterior, se ratificó ese peligroso contubernio entre política y religión.

En la discusión del referéndum para prohibir la adopción de quienes no conformen una familia idónea, el representante Silvio Carrasquilla, tildado como liberal, al igual que la creadora del mismo, la doctora Viviane Morales, citó la biblia para apoyar la consulta en un escenario que debería estar por encima de esos argumentos.

Pero la gravísima injerencia de la religión en los asuntos del Estado se vivió después de hundido el referéndum, cuando en un fallo completamente desconcertante e inesperado, la corte constitucional decidió dejar sin piso algunas de las decisiones tomadas y sus procedimientos en cuanto al proceso de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC.

Analistas plantean que el sorprendente fallo se dio en tal medida por la presencia del reciente posesionado, magistrado Carlos Bernal, quien se ha mostrado un ferviente religioso, y que su voto estuvo direccionado en tal sentido por el golpe recibido tras la negación del referéndum de la adopción.

Triste antecedente para una Corte que en un momento fue tildada de persecutora por hacer valer su independencia y peligroso presente para un país que prefiere la medieval presencia de la religión en sus diferentes poderes.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.