Finalizando el año anterior, una fuente altamente confiable nos habló de la primera donación que el grupo AVAL, de propiedad del magnánimo Luis Carlos Sarmiento, había hecho a la campaña del próximo presidente de Colombia el honorable Germán Vargas Lleras.
El enorme detallito tasado en miles de millones de pesos era para que Germán iniciara su campaña electoral con miras a alcanzar la presidencia de la República. Por el país es conocida la benevolencia y el altruismo del viejito más rico de Colombia según la revista Forest en 2006, por eso es extraño que terminando el año 2017 las cuentas del Estado con que se cancelan las nóminas de los profesores y de los equipos médicos vinculados al Ministerio de Salud, pasaran al Banco de Occidente.
Los montos no son para nada despreciables. Solamente la nómina mensual de los 320.000 maestros del país puede superar los 750 mil millones de pesos, suma que en los meses de julio y diciembre se duplica por aquello de las primas y las vacaciones. Claro es que el que da desinteresadamente recibe su recompensa.
Surge entonces la duda sobre cuál es el candidato del gobierno, si Vargas Lleras o De la Calle, pues es completamente evidente que el paso de las cuentas de parte de Sistema General de Participaciones a uno de los bancos de propiedad del dueño del 34% del negocio financiero del país, es la devolución del favor que el filántropo señor Sarmiento le hiciera al exvicepresidente.
Como si con esa retribución cristiana no fuera suficiente, el paso de dineros al Banco de Occidente, trajo consigo una adenda desconcertante: no se sabe bajo qué ardid jurídico lograron sacar a las cooperativas y fondos de empleados de la baraja de opciones para que maestros, equipos médicos, personal de enfermería y auxiliares de salud, tuvieran sus cuentas de nómina.
En otras palabras, a este tipo de empleados no se les podrá consignar su salario en entidades diferentes a los bancos. Esta estrategia cercena opciones económicas alternativas al salvaje sistema financiero tradicional.
Algunas cooperativas, como Confiar por ejemplo, han logrado consolidarse en el mercado como opciones a los bancos, abaratando costos de servicios, rebajando intereses crediticios y redistribuyendo sus ganancias entre un amplio número de asociados, es más, estas entidades han sido bálsamo sanador a crisis económicas de personas a las que el sistema financiero estaba ahogando.
Parece entonces que estas cooperativas algo estaban haciendo bien pues hicieron que desde el alto gobierno se generara la forma de detenerlos y devolverlos a su sitio, demostrando así el proteccionismo paternalista que los gobiernos colombianos han mantenido históricamente al núcleo vital del neoliberalismo.