viernes, julio 26, 2024

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APAGAR EL FUEGO

Los incendios de los últimos días en la Amazonía son la muestra exacta de las consecuencias del modelo económico reinante en el mundo y cómo la política está al servicio del modelo y es responsable de la devastación “en masa” de los recursos naturales renovables y no.

La Amazonía, considerada el pulmón del planeta, hábitat de la más grande biodiversidad existente, viene siendo consumida por las llamas desde aproximadamente 20 días atrás a velocidades impensables, y frente a esta tragedia universal la ignominia de algunos gobiernos y de la población del orbe no deja más que pensar que a muy pocos les importa.

El 15 de abril del presente año los medios de comunicación de todo el mundo trasmitían en directo con cubrimiento 24/7 una tragedia para la humanidad: el incendio de la catedral de Notre Dame en París. Miles de personas en todas partes del mundo seguían, con lágrimas en los ojos, y el “corazón parti’o” (incluso sin saber en realidad el significado de la Catedral) el incendio.

Organizaciones no gubernamentales, gobiernos y particulares crearon un fondo para su reconstrucción y las empresas más prestigiosas de ingenieros y arquitectos dieron su concepto para recuperar el “patrimonio de la humanidad”.

Por desgracia, sin sorpresa, lo que sucede en este momento en la Amazonía no ha logrado concitar tal atención, y mucho menos concentrar tantos recursos. Los incendios se dieron a conocer por la inquietud de algunos grupos ambientalistas y la posibilidad que genera en la actualidad el acceso a las redes sociales, y la preocupación ha ido en aumento en la medida en que los medios voltean sus cámaras hacia la tragedia.

Paralelo a la tragedia, que parece a muy pocos les interesa, se abre la disputa política, el gobierno de Bolsonaro desconoce las consecuencias de los incendios y acusa de injerencista al de Emanuel Macron, el presidente de Francia que aprovechando la cumbre de los países desarrollados (los dueños del mundo), buscó poner en la agenda el tema de los incendios de la Amazonía. “Macron no logra siquiera evitar un previsible incendio en una iglesia que es un patrimonio de la humanidad y ¿qué pretende enseñarle a nuestro país?”, fueron las palabras más amables del mandatario brasilero para el francés, cuando este último habló de una ayuda para detener la destrucción del Amazonas.

El problema no es sólo de Brasil o de Francia o de África, el problema le concierne a todos, la devastación del planeta nos compete y nos perjudica a todos, y no es un asunto de apagar incendios, sembrar árboles o reciclar latas de cerveza y pagar impuesto por el plástico. Cuando se eligieron mandatarios como Bolsonaro o Trump, el mundo entero sabía lo que se venía en materia ambiental.

Pretender alejar la política de las realidades diarias es intentar tapar el sol con un dedo. Mientras sigamos eligiendo mandatarios que sean esclavos del modelo y basen el desarrollo de la economía de los países en el consumismo, miles de selvas serán destruidas, pues el “desarrollo” no tiene límites.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.