viernes, julio 26, 2024

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El milagro de la vida en el vientre de un hombre trans

Esta es la historia de un hombre trans que logró el sueño de ser padre y dar a luz a su hijo.

Por: Matilde Alvarado, comunicadora social – periodista de la Javeriana, periodista de medios, presentadora y productora de TV.

Julián Alexander Mejía Correa nació en Medellin hace 37 años. Proviene de una familia campesina. Ama las plantas y los animales. Es padre de un pequeño de dos años que es su vida y su motivación. Es técnico en Pedagogía Infantil y Auxiliar de Oficina y hace parte de la Red Popular Trans de Medellín.

Corporalmente, Julián nació con vulva, pero nunca se identificó con ella ni con lo que significaba socialmente tenerla. Además, le gustaba la ropa, los zapatos, las lociones, las cosas que se reconocen como masculinas, incluso siempre sintió atracción por las niñas. En su adolescencia, entre los 12 y 14 años, cuando nuestro cuerpo empieza a transformarse y no sabemos quiénes somos ni qué queremos, comenzó su proceso de autoconocimiento y la definición de su identidad de género.

Con el paso del tiempo, su interés por aprender y entender lo que sentía, lo fue llevando a encontrar información, investigaciones e historias de muchas personas que, como él, estaban en el cuerpo equivocado. A los 18 años se aceptó y permitió que ese sentir, su esencia y su energía que corresponden a lo que socialmente reconocemos como ser hombre, saliera a la luz.

Ese proceso que llamamos “salir del closet” fue difícil y doloroso para Julián en una sociedad tan conservadora como la nuestra. Su mamá, en ese momento no pudo entenderlo y le pidió que dejara su casa.

Julián se fue y comenzó a vivir una vida nueva: siendo hombre, sin ocultarse y con la frente en alto. Comenzó su transición a los 33 años, con la ingesta de hormonas y en el ámbito legal, resolviendo los trámites que exige el cambio de su documento de identidad que en Colombia es permitido desde 2015 y las condiciones para hacerlo están establecidas en el Decreto 1227.

“Lo más difícil para mí durante toda mi vida y sobre todo en mi transición ha sido la falta de apoyo familiar. Cuando nosotros somos apoyados por nuestros padres, por nuestro círculo más cercano es algo muy importante para sentirnos más seguros. Haber dado este paso a mis 33 años fue muy difícil, pero estuve muy seguro de hacerlo porque cuando estaba joven tuve mucho miedo a la familia, al qué dirán, a la sociedad, en mi empleo. Entonces por ahora lo más difícil ha sido eso, la falta de apoyo de nuestra familia”.

Aunque no se tiene un censo de la población trans, con las cifras de atenciones a población LGBTI que entrega la Gerencia de Diversidades Sexuales y de Género, podemos calcular cómo es la situación en Medellín. Desde septiembre de 2020 hasta marzo de 2021, se han apoyado, en el trámite de una nueva cedulación, a 40 personas trans, que como Julián han decidido además de su apariencia, cambiar su identidad legal.

Su deseo de ser padre se manifestó

Julián siempre quiso ser padre. En tres oportunidades, de diversas formas ha hecho realidad su deseo. La primera cuando asumió el rol de padre con el hijo de una de sus parejas. A pesar de que su relación sentimental terminó hace muchos años, se mantiene su relación paternal con ese chico que hoy se acerca a los 20 años de edad.

La segunda oportunidad de manifestarse como padre la tuvo con una segunda pareja. Entonces y de común acuerdo ella y un amigo suyo concibieron una vida y se cumplió el deseo de Julián de tener un hijo. Vivieron juntos como familia algunos años. Por cosas de la vida o del destino, esa relación también terminó. Sin embargo, Julián sigue ejerciendo sus derechos y deberes de padre con ese ser.

A pesar de estas dos experiencias que para él siguen siendo maravillosas, Julián quería y sentía que podía dar vida a través de su cuerpo “¿por qué no hacerlo yo, si soy un hombre afortunado porque tengo vulva, aparato reproductor y vientre para tenerlo?” pensaba. Inquieto por saber qué posibilidades tenía siguió consultando, preguntando e investigando más sobre la concepción, natural e in vitro.

Intentó con un señor que consideró el candidato perfecto para hacerlo. Sin embargo, su experimento de Inseminación casera no funcionó. Luego llegó Dulce María, una mujer trans con quien estableció una sincera relación de amistad. Un día, ella le propuso a Julián tener un hijo juntos. Y aunque al principio no le pareció oportuno, después de pensarlo varios días, Julián suspendió su tratamiento hormonal de transición que había iniciado meses atrás y que ya había producido cambios en su cuerpo: aparición de barba, engrosamiento de la vos, entre otros. Siete meses después comenzó a ovular nuevamente y luego le vino la menstruación. Se hizo exámenes médicos y verificó que todo su cuerpo funcionaba adecuadamente.

Un procedimiento de inseminación artificial puede costar $12’000.000 (doce millones de pesos) muy costoso para mí y para Dulce María”, nos cuenta Julián. Entonces, como ya conocían todas las posibilidades y sabían lo que tenían que hacer, decidieron intentar la inseminación artificial casera. Es decir que el procedimiento se hizo en casa, con jeringas adaptadas de manera artesanal y teniendo en cuenta las fechas de ovulación, la temperatura corporal, etc. En el primer intento no pasó nada, pero en el segundo, funcionó y Julián quedó embarazado. Si, embarazado.

Su embarazo fue normal, no lo sintió. Hoy su hijo tiene 2 años, vive con él y es el consentido de su abuela, la mamá de Julián, que poco a poco ha ido entendiendo y aceptando la situación de su hijo.

El poder mental de Julián ha sido más fuerte que sus creencias, la presión social y las dificultades que ha tenido que enfrentar en su vida. Hoy gracias a esa fuerza ha logrado vivir firme en la identidad de género que le marca su sentir. Ese poder también le permitió lograr su meta más importante: tener un hijo y asumirse como padre amoroso y responsable.

Visibilidad trans

Hoy 31 de marzo, Día Internacional de la Visibilidad Trans, Olga Patricia Llano Obando, gerenta de Diversidades Sexuales e Identidades de Género, nos contó que desde la Alcaldía de Medellín se está trabajando en la posibilidad de ofrecer asesoría sicológica a las personas trans porque “en el proceso de tránsito y de reconocerse como una persona diversa se requiere todo un acompañamiento para que todo el ejercicio de cambios, de contarle a la familia, de lo que hemos llamado “salir del closet”, no impacte de manera negativa sino al contrario encuentre allí una gran oportunidad de ser”.

Desde la gerencia se han atendido 250 personas LGBTI para orientarlas y acompañarlas en la defensa de sus derechos, así como en la inserción productiva y económica, para mejorar sus condiciones de vida a partir de sus capacidades, habilidades, aptitudes, y fortalezas.

Apoyar a las personas trans que, como Julián, no se identifican con su cuerpo, ni con su género es una tarea que exige esfuerzo, compromiso y voluntad política. Hoy la Alcaldía de Medellín avanza en el camino de ofrecer atención y acompañamiento a esta población. Sin embargo, como sociedad todavía nos falta mucho camino por recorrer y el llamado de las personas LGTBI, representadas hoy por Julián Alexander Mejía Correa, solo piden una cosa: “Pedimos que nos respeten, nosotros también tenemos ganas de vivir, ganas de salir adelante, nosotros también estudiamos, también trabajamos, también nos enamoramos. Somos iguales. Mi mensaje es que hay que respetar al otro y dejarlo ser”.

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