viernes, julio 26, 2024

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¿EXAGERACIÓN?

El síndrome del gamín, “cójalo, cójalo, cójalo… suéltelo, suéltelo, suéltelo”, ahí se refleja gran parte de nuestra sociedad, la realidad de la falsa moral que profesamos, es lo que somos.

La solidaridad colombina se mueve entre el afán de cooperación y generación de oportunidades y la mezquindad de los poderosos de mostrar su supremacía social, económica y política con pírricas limosnas.

No hay que ir muy lejos para ejemplificar lo dicho: congresistas del país han quemado su paso por la instancia buscando que en Colombia se apruebe la cadena perpetua para los abusadores y violadores de niños, pero al mismo tiempo los infantes son utilizados en las calles a la vista de todos como méndigos, las escuelas públicas que atienden a la población más vulnerable carecen de las más mínimas condiciones de habitabilidad y las oportunidades brillan por su ausencia.

Esa es Colombia, eso somos los colombianos, elegimos (aclaro que nunca voté por ese señor), un presidente que pregonó la mano dura, el retorno al orden, sin embargo, demandamos los decretos que permiten el uso de las cámaras de fotodetección porque castigan a quien se salte un semáforo en rojo en su vehículo o a quien exceda los límites de velocidad.

La perorata anterior que no es nueva y mucho menos el resultado de un profundo estudio sociológico de la sociedad colombiana es traída a colación por las últimas medidas de la Comisión Reguladora de Energía y Gas, CREG, frente al problema energético que atraviesa la Costa Atlántica.

Para los directivos de las empresas que sirven el servicio de energía en la región norte del país, el aumento es necesario para compensar el negocio, sin embargo, la causa del problema no se soluciona con eso.

Ya el gobierno, haciendo caso a la bancada costeña del congreso había planteado la socialización a todos los colombianos de las pérdidas generadas por el robo continuado de Electricaribe algo así como que todos paguemos lo que los dueños de la empresa se embolsillaron. Es decir, es más fácil cobrarles a todos los colombianos que judicializar a los responsables.

La fórmula se repite, esta vez con los pocos usuarios que pagan el servicio en esa región del país: “A estos que pagan les cobramos por los que no lo hacen”, estos últimos en realidad lo que hacen es robarse la energía, pero es más fácil apretar al cumplido que meter en cintura al que no.

Y la misma fórmula en las reformas tributarias, la idea es aumentar la tributación a quienes no pueden evadirla (empleados, por ejemplo), que buscar y castigar a los evasores que las autoridades saben quiénes son pero que parecen intocables.

Esa es nuestra sociedad, al que cumple, al que respeta, al que se atiene a la norma lo mantienen en cintura y controlado con camisa de fuerza, al otro, al que se salta las leyes, las desconoce, las ignora, las irrespeta, lo dejamos quieto que es mejor no alborotarlo. Y esto se aplica y se da en todas las instituciones y clases sociales de la sociedad colombiana, no es específico de ricos o pobres.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.