jueves, noviembre 14, 2024

Lo último

Noticias relacionadas

EN DOS METROS

Con una población de más de casi 7,5 millones de habitantes y muy poco terreno urbanizable, el mercado de viviendas de Hong Kong se ha convertido en algo prohibitivo, lo que hace que sean comunes los llamados «cubículos ataúd».

Naciones Unidas ha condenado estos horribles apartamentos jaula como «un insulto a la dignidad humana», pero según la Sociedad para la Organización Comunitaria, sigue siendo la única alternativa para unas 200.000 personas.

«Ese día, llegué a casa y lloré», dijo Benny Lam a National Geographic, describiendo su experiencia al fotografiar dichas condiciones de vida. Con su serie Trapped, Lam busca poner el foco sobre las agobiantes viviendas que se encuentran fuera del alcance de las glamurosas luces de neón de Hong Kong.

«Podemos preguntarnos por qué debemos preocuparnos por ellos, ya que estas personas no son parte de nuestras vidas», escribió Lam en su página de Facebook.

«Son precisamente las personas que interactúan con nosotros cada día: te sirven como camareros en los restaurantes donde comes, son los guardias de seguridad en los centros comerciales por los que paseas, o los limpiadores y repartidores de las calles por las que caminas … La única diferencia entre nosotros y ellos radica en los hogares en los que habitan, es una cuestión de dignidad humana».

«Desde comer a dormir, todas las actividades tienen lugar en estos pequeños espacios», dijo Lam.

Para crear los «cubículos ataúd», los pisos suelen estar divididos ilegalmente en «apartamentos» de 15 a 120 pies cuadrados (aproximadamente, 1,5-12 m²). Por ejemplo, Wong Tat-ming, de 63 años, que recibe una pensión después de que la esclerosis de su pierna le dejara incapaz de conducir un taxi, vive en una vivienda de 1,67 metros cuadrados por unos 307 dólares al mes. Seguir leyendo…

Artículo anterior
Artículo siguiente
Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.