La prioridad es la única palabra que no está contemplada en el vocabulario de los funcionarios de la salud, especialmente de los empleados de las EPS del país.
Según la Defensoría del Pueblo “El derecho a la salud hace parte de los derechos que conforman el derecho a la seguridad social, consagrado en el artículo 48 de la Constitución Política. Es, por lo tanto, un servicio público de carácter obligatorio que debe prestarse siguiendo los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad. La atención de la salud de las personas y del saneamiento ambiental están a cargo del Estado, el cual debe garantizar el acceso a los servicios de promoción, protección y recuperación de la salud y ejercer el control y la vigilancia sobre las entidades privadas que prestan el servicio público de la salud.
Suena hermoso lo que al pie de la letra y con la interpretación de la Defensoría del Pueblo, esta consagrado en la Constitución, pero la realidad demuestra totalmente lo contrario.
EL RÉGIMEN CONTRIBUTIVO EN SALUD:
LA GRAN ESTAFA
Tan poco eficiente y eficaz es el sistema de salud del país, que una de las armas para defenderse y la más utilizada por los enfermos colombianos es la Acción de Tutela.
La Acción de Tutela, herramienta creada e incluida en la Constitución del 91, se convirtió en la posibilidad para los usuarios de la salud que padecen enfermedades graves, y en la alternativa para mejorar su calidad de vida.
El piso 11 del Edificio de la Alcaldía de Medellín, donde esta funciona la Personaría Municipal de Fajardo, colapsa todos los días debido a que la mayoría de sus usuarios acuden al Ministerio Público a instaurar Acciones de Tutela. Según la personería, las entidades más entuteladas son las instituciones de salud por el continuo incumplimiento en tratamientos, medicamentos y atención oportuna y diligente a pacientes.
Lo paradójico además, es que algunas IPS y EPS, exigen la Acción de Tutela instaurada para continuar con los tratamientos y del paciente. En otras palabras, sin tutela no hay tratamiento óptimo, sino acetaminofen.
LOS VINCULADOS Y
EL SISTEMA SUBSIDIADO
Si el Sistema contributivo pende de un hilo, los vinculados y usuarios del sistema subsidiado van rio abajo. Los que viven de la caridad del Estado y esperan que los gobiernos de turno asuman la totalidad de los costos de los servicios de salud ven casi a diarios la luz al final del túnel.
Entre los vinculados y el sistema subsidiado contamos a los más pobres de los pobres, a los desempleados, a los reinsertados de los grupos al margen de la ley, a los habitantes de las calles y a otros cuantos que deambulan de allá para acá.
En Medellín, por ejemplo, los vinculados sobrepasan las 250 mil personas y las deudas que el gobierno afronta por este concepto con las entidades que las atienden como Metrosalud, ya son casi impagables.
MÁS VIGILANCIA
Los secretarios de salud, siempre se lavan las manos explicando que la ley no les permite vigilar las IPS y EPS y los servicios que prestan.
La primera falla empieza en las permanentes omisiones de las entidades encargadas de vigilar y sancionar a las Entidades Prestadoras de Salud que incumplen la ley.
Las EPS, el mejor negocito de los políticos del oficialismo, (hay que averiguar quienes son sus propietarios) necesitan un ente de control fiscal y disciplinario que les exija cumplir con su razón social, prestar servicios de salud de manera oportuna y con calidad.
La Superintendencia de Salud, único organismo encargado de dicha vigilancia, carece de las herramientas, personal y alcance para vigilar las IPS y EPS de todo el país desde Bogotá.
El control fiscal y disciplinario hay que descentralizarlo, entregándoles a las direcciones seccionales de salud y especialmente a las secretarías de salud municipales más autonomía para vigilar y sancionar a las entidades prestadoras de salud que incumplen la ley. La regulación y supervisión del servicio, sería el punto de partida para intentar hacer cumplir el Derecho a la Salud en Colombia. De no ser así, los enfermos nacionales tendrán que seguir tratando sus enfermedades a punta de placebos como el milagroso acetaminofen, que cura hasta el dolor en el alma.