viernes, julio 26, 2024

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CERO NÉSTOR

Aunque la pandemia es la protagonista de las últimas semanas con su show y atención del público, el periodo de cuarentena también ha sido aprovechado para que importantes temas de ciudad pasen de agache y de manera desapercibida.

Es el caso de la Universidad de Medellín y el tremendo bollo que le costó la rectoría a Néstor Hincapié y más de un cuestionamiento contra el senador Julián Bedoya, quien como los tahúres, se la jugó por un cartón de abogado, al parecer, sin cumplir requisitos.

El asunto no es de poca monta y tiene a muchos con ganas de apoderarse de dicha Universidad, convertida en una verdadera casa política, un fortín, no solamente para conseguir dinero, sino también, votos, como lo hicieron varios años Hincapié Vargas con su coequipera la actual concejala de Medellín por el Partido Liberal Aura Marleny Arcila Giraldo.

Y toma relevancia el tema debido a que muy posiblemente el 16 de agosto se presente el nombramiento del nuevo rector de una de las universidades más importantes de la ciudad, el departamento y el país en lo que tiene que ver con la calidad en los pregrados de Derecho, Contaduría y Administración de Empresas.

Muchos son los que quieren quedarse en la Universidad, hasta César Guerra, actual rector en transición, así como lo fue Benedicto XVI en el Vaticano, con la diferencia de que éste se sabe mover mucho mejor…

El comunicado que emitió el presidente de la Conciliatura, José Berdugo, máximo estamento de la Universidad hizo bastante ruido puesto, que, en pleno encierro obligatorio, no se esperaba que el orientador del máximo estamento recordara los compromisos que se tomaron a raíz de la salida intempestiva del viejo rector.

En la carta, Berdugo anunció que la Presidencia de la Conciliatura designó una “comisión de sabios” para que elija tres empresas caza talentos para escoger una terna de opcionados de la que, después de una breve exposición, se designe el nuevo rector.

Esa misiva generó incomodidad en el interior de la Universidad entre estudiantes, profesores y empleados administrativos debido a que ven en el rector temporal César Guerra una buena oportunidad para recuperar la reputación perdida por los malos manejos que tuvieron sus viejos administradores.

Dicen desde la institución universitaria, que César Guerra, en pocos meses, fumigó con curagán y baygón las ratas implicadas en el carrusel de los exámenes y beneficios para estudiantes privilegiados que lograron títulos de pregrado sin cumplimiento de requisitos como al parecer ocurrió con el congresista Bedoya.

Repito, muchos son los que quieren atragantarse con esa rica leche que da la teta de esa Universidad, razón por la que César Guerra la tendrá muy difícil, y quien antes de posesionarse como rector en transición, manifestó que no quería estar de paso en ese cargo, y que, por el contrario, deseaba jugársela en realizar una buena tarea.

Quienes eligen al rector son los once integrantes de la Conciliatura, no con el 50% más uno, sino, con mínimo siete votos. Entre esos once integrantes hay de todos los pelambres e intereses.

Veamos: de la línea del viejo rector se encuentran tres integrantes, Aura Marleny Arcila, quien perdió la Presidencia de la Conciliatura por el pedo de Bedoya; Claudia Echavarría y Oscar Darío Velásquez.

Los del grupo de Berdugo el actual presidente de la Conciliatura se encuentran cinco más, Edgar Arrubla que sabe cositas y tiene sus mañas, Joaquín Guillermo Gómez, Lucas Cadavid y José León Jaramillo. Y los aliados del rector en transición Guerra que son otros tres, Hernán Darío Cadavid, Gustavo Rusi y Juan Carlos Jaramillo.

Ese es el panorama al interior de la Universidad de Medellín que se dilucidará en las próximas semanas y en el que sólo hay una certeza. Independiente de la persona que nombren rector, lo claro, es que a Néstor Hincapié y su gente, no los quieren volver a ver por allá…

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Ruben Benjumea
Soy periodista por vicio y bloguero por pasión y necesidad. Estamos fortaleciendo otra forma de hacer periodismo independiente, sin mucha censura, con miedo a las balas perdidas, pero sin cobardía.