miércoles, noviembre 6, 2024

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EL VALOR DE LA CRÍTICA

En los espacios de control político y social se ha vuelto muy habitual que en vez de la crítica y el contrapeso al poder se busque afanosamente el aplauso y la reverencia para tener la gracia del líder. Esa penosa e inocultable realidad quizás tenga que ver con la generalizada costumbre, tan colombiana, de buscar la sombra del “buen árbol” por si de pronto cae alguna manzana así sea podrida o envenenada.

Particularmente en Antioquia se suele considerar que lo correcto es la unanimidad porque la crítica es un asunto de enemigos, desadaptados o incapaces de proponer. A riesgo de incomodar a muchos, pero con el propósito de animar a otros, este espacio de opinión será una tribuna (trinchera) permanente para la fiscalización, el escrutinio y la crítica al poder y a los poderos.

Antes que nada, la crítica podría ser, si no la condición necesaria más importante de una democracia, por lo menos uno de sus rasgos más indispensables. Por crítica debemos entender la oposición política, la confrontación de ideas, el desacuerdo, el derecho sagrado a decir que no, el no tragar entero.

La crítica es indispensable porque es la primera y más importante línea de defensa frente al abuso del poder: siempre nos dijeron que el poder se controla a través de las normas jurídicas, pero no nos dijeron que esas normas las hacen y aplican los mismos interesados en que no los controlen; por eso resulta un poco ingenuo que los espacios de la crítica se limiten a los tradicionales de “las autoridades competentes”, cuando realmente es la ciudadanía la que puede y debe a través de la opinión crítica generar las verdaderas condiciones para frenar el abuso del poder.

“El que critica destruye y no propone”, es normalmente la consigna de la predecible retahíla de los que prefieren amarrarse al árbol del poder buscando así sea sombra. Y por estar ahí, postrados a la espera de que les pongan el anuncio de “¡aplaudan!”, los habituales enemigos de la crítica no se enteran siquiera de que la primera y tal vez la más importante propuesta posible es la confrontación de las malas decisiones, especialmente cuando es preferible ninguna decisión a una decisión equivocada, como por ejemplo cuando un alcalde decide enviar fuerzas policiales de choque para enfrentar a algunos vándalos infiltrados en protestas universitarias legítimas.

¿Qué propuesta implicaría entonces un acto de oposición? Muy simple: no echarle un alacrán a la sopa pretendiendo que se coma la mosca porque es preferible la sopa con mosca que con alacrán y mosca. La importancia de la crítica es precisamente la de salvar la sopa, la de salvar la democracia y la de salvar a las personas, evitando que las malas decisiones provenientes de quienes deberían hacer las cosas bien (pues para ello se supone que gobiernan) terminen haciendo mal. ¿Qué mejor propuesta que la de controlar las ínfulas de los reyezuelos?

Se necesita muchísima más crítica, y más aún cuando los que deberían hacerla en representación de todos se dedican solamente a aplaudir como si les pagaran por aplauso. Por poner el mejor ejemplo, en el Concejo de Medellín desapareció el control político. Desapareció, con las muy ocasionales, puntuales y limitadas excepciones que han ofrecido María Paulina Aguinaga y Daniel Duque, ya que Alfredo Ramos hace una oposición muy a la altura del gobierno mismo: sin rigor, infantil y con más vísceras que inteligencia. Y si en el Concejo llueve en la Asamblea no escampa: el único diputado que parece haber es Luis Peláez porque los demás confunden su rol constitucional con el de porristas.

Acá pasan muchas cosas todo el tiempo, pero nuestros líderes políticos son expertos en tapar, matizar o eludir fetideces porque les puede más el hambre de pertenecer a la coalición de gobierno que el deber que les impone la Constitución. O en el caso de los dizque “jóvenes alternativos”, les puede más la ambición y el afán personal por sobresalir que el compromiso con lo que dicen en sus campañas.

No habiendo más, cada espacio de libre expresión que tengamos los ciudadanos críticos (y digamos de una vez que ser crítico no significa ser mejor, o moralmente impecable, sino estar ubicado en un mejor sitio que el de la reverencia) debe ser un espacio para incomodar al poder, y especialmente cuando este último es arbitrario. Si esta tribuna logra semanalmente incomodar así sea un poco al poder o a sus áulicos, habrá valido la pena cada sílaba.

Píldora para debutar:

El trino del secretario de gobierno de Medellín en el que se burla de la decisión de las mujeres de “Estamos Listas” de abandonar la coalición de gobierno no es una simple metida de patas.

Es la clara representación de lo que ha sido este gobierno que en tan pocos meses ya no le queda ningún respaldo de los sectores críticos de opinión relevantes por correr a abrazar alianzas con los manzanillos de siempre que no son más que mercenarios que también alzarán vuelo en vísperas de elecciones: se envalentonan con las mujeres, los estudiantes y los pobres; a quienes amenazan, ridiculizan y confrontan abusando del poder público, mientras se agachan cuando el empresariado les pide hacer patria, tapar la olla podrida de Hidroituango, y recientemente retirar el torpe proyecto de acuerdo para el cambio de objeto social de EPM.

Siga, señor alcalde posando para las fotos y gobernando para las encuestas, que seguramente trincheras como esta le van a salir muchas más.

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LUIS MAURICIO URQUIJO TEJADA
Abogado penalista, docente universitario y conferencista en temas relacionados con la criminología.