jueves, marzo 28, 2024

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EN PARACAÍDAS

Cuando convergíamos en el movimiento estudiantil de nuestra U de A, a principios de la década de los 90, paso casi que, obligado de la juventud universitaria, había un sector discursivamente muy fuerte e ideológicamente más radical, los llamábamos los paracaidistas.

El remoquete, que poco les gustaba, se debía a su actuar, nunca, mientras se compartieron espacios, lideraron un proyecto, eso sí, en paracaídas caían sobre aquellos que se estaban consolidando o que ya marchaban. La característica de los paracaidistas era su oportunismo para llegar en el momento justo y su objetivo, adueñarse de los proyectos y tareas, algo así como ganar indulgencias con padre nuestros ajenos.

Desde las iniciativas con proyección política hasta pequeñas escaramuzas ocasionales, eran invadidos por este sector de militantes del movimiento estudiantil para condenarlos al fracaso.

Desgraciadamente en la política actual local y nacional hay muchos de aquella época y muchísimos más que han hecho de esa estrategia la suya para, como parásitos, mamar los nutrientes de los organismos que habitan.

La izquierda colombiana ha sido la gran víctima de este proceder poco ético, los movimiento que se han intentado consolidar van sucumbiendo ante el discurso floreado, pomposo y convincente de aquellos que, desde ahí, desde el discurso, se muestran como los más beligerantes y radicales de todos.

Lo sucedido esta semana se aparta de los movimientos de izquierda, pero es el mismo “modus operandi” de los paracaidistas. Las posturas de la hoy candidata Ingrid Betancourt al interior de la desesperanzadora Coalición Centro Esperanza generó una semejante garrotera en el equipo donde los egos son más importantes que los postulados políticos, y de egos el de Ingrid es del tamaño de su doble nacionalidad.

El oportunismo de la exsecuestrada y ahora candidata del partido Verde Oxígeno, que meses atrás ayudó a, eso sí con sustancias corporales viscosas, pegar una Coalición más desbaratada que un rompecabezas de 5000 piezas, se entiende porque ahora ella tiene un poco de piso para apalancar su candidatura.

La conducta de la protagonista de la “Operación Jaque” es la misma de la de muchos políticos de Colombia, oportunista y poco solidaria con un país que lo que menos necesita en este momento es más división, y más cuestionable aun cuando se trata de acabar de hundir la cabeza del náufrago en el agua. Salvavidas de piedra.

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Adolfo Ospina
Licenciado en Educación Español y Literatura de U de A, apareció hace unos 4 años a este proyecto. Especialista en pedagogía de la lengua escrita de la Universidad Santo Tomás, Ambientalista y defensor de los derechos de los animales, peor que Vallejo.